viernes, 16 de noviembre de 2018

La vida simplemente

Demasiado simple


Hola compañeros! ¿Qué tal?

     Cuando eres amante de los libros y tienes deudas con la biblioteca, resulta muy útil haber tenido una abuela lectora que poco menos tuvo su propia estantería en vida. Bien lo sé yo, que me quedé con el 80% de ella; lástima que sus gustos hayan ido más por la parte pedagógica, aún así rescaté varios y un par fueron robados -aún me lamento por eso-. De esa herencia aparece este querubín, una novela llamada “La vida simplemente” del chileno Óscar Castro, y la editorial Andrés Bello.

    La historia arranca con Roberto Lagos, contada por él mismo y que trata básicamente de su vida, una infancia rodeada de pobreza, con sus visitas al prostíbulo del lugar, Con el tiempo y ciertas vivencias irá aprendiendo y encontrando la forma de salir adelante y progresar.
Ok... leo esto y lo encuentro fome... pero siendo muy sincera, no sé cómo explicar de qué va el libro, el porqué, ahora mismo se los cuento, pues fue el principal lío que pillé.

    La trama, sí, acá está el cable roto: la historia no está mal, tiene sus momentos alegres, tristes, algunos de plano me indignaron, en eso todo bien, peeroo... no vi ninguna línea, nada que fuera una columna vertebral de la historia; al protagonista le van pasando las cosas pero no hay un obstáculo destacado o una meta específica del chiquillo... simplemente vive; tan así que podría separar los capítulos en cuentos pequeños y seguro funciona. Ok, fuera de bromas, debo decir que la primera con la segunda parte estan tan independientes entre sí, que pudo haberse hecho en serio, y habría quedado hasta mejor incluso. Como la historia aburrida no es, todo esto podría salvarse, si no fuera por la total ausencia de clímax. Porque lo ocurrido con Mariángel no fue un clímax... y si quería serlo, no destacó nada. Hasta lo del colegio podría haber tenido más power a mi gusto. Para rematar el final, ufaas, llamarlo abrupto sería lo menos, quedó con gusto a poco y sólo lo sentí como un cierre de una de tantas anecodtas del chiquillo. No, no me gustó nada.

    Tras pasar lo peor y metiéndome con los personajes, me pasó algo curioso: estuvieron bien trabajados y coherentes, pero ninguno salió mucho de las sombras. Irónicamente, el único personaje que más me llegó fue un secundario de quien ni se dijo el nombre: la mamá de Roberto, prácticamente la pude ver, oír y sentir cuando aparecía, me encantó cómo fueron mostrando su personalidad y sus luchas.

    Ahora sí, lo que rescato totalmente y ojalá se repita en otros libros, me quedo con la narrativa: el estilo del autor, la forma de mostrar los sucesos, personajes y emociones, todo eso fue un siete. Las pequeñas anécdotas buenas y malas que vivió Roberto me engancharon de una y estoy segura que fue por eso que no dejé el libro a la mitad, como en un inicio creí que haría. Admito que al empezar a leer temí que podría dramatizar demasiado lo del “pobre niño rodeado de un mal ambiente” pero me llevé una buena sorpresa ahí, pues el autor ni hace eso, ni lo dulcifica, simplemente muestra los hechos tal cual pasan, lo que hasta ahora no dejo de aplaudir.

    Pesando lo bueno y lo malo, mi balanza esta vez se inclina a no recomendarlo. A grandes rasgos está bien hecho, pero no es un libro que me haya llenado -sin contar lo del clímax y el final- a lo mucho diría que sirve como lectura para pasar el rato, una que no te hará rabiar con incoherencias de personajes o trama, jajajaja. Pero, yo al menos, no lo volvería a leer.

    Sin más, vuelvo a mi rincón... y al trabajo, a ver si puedo avanzar con lecturas entre medio.
¡Deséenme suerte! Un libro listo, una reseña lista, ya saben.
¡Felices lecturas para todos!
S.K. Seibert

lunes, 12 de noviembre de 2018

El Perfume




¡Hola amigos lectores!

Hoy les traigo esta novela clásica que seguro muchos ya conocían. Personalmente oí hablar de ella y hasta me encontré por la película por ahí, pero seguí con el zapping porque quería leer el libro primero y me coincidía también con el reto literario: “Leer un libro que tenga película (y no hayas visto)”, así que un buen día lo encontré en la casa de una amiga y sin más preámbulos, aquí me tienen contándoles cómo me fue con “El perfume: historia de un asesino” del alemán Patrick Suskind.

Tal como spoilea el título, el libro nos muestra la vida y obra de Jean–Baptiste Grenouille. Literal, desde que nace hasta su muerte -en un cementerio, vaya...- vemos cómo este perfumista termina siendo asesino de muchachas, y más interesante aún, la íntima conexión de ambos roles, basada en su peculiar don y motivación, que nada tiene que ver con lo que uno esperaría de un asesino serial y que, a mi ver, resulta el mayor atractivo de la novela.

Comenzaré con la narración y con un punto que sigue sorprendiéndome: los diálogos son casi nulos. Es la primera novela que me sale con eso y hasta hoy no lo habría creído posible, más si hablamos de un clásico. Lo más cuático y que hace que me saque el sombrero con el autor, es que no los eché de menos, lo que dudo que sea fácil de hacer. Pero... sí, acá viene el odioso pero, justamente como algunos imaginan, lo que no tuvo en diálogo sí lo hubo en descripción lo que por un lado ayudó a entender cómo era cada personaje -valga añadir que por lo mismo en su mayoría no me irritó, pero también se dio vueltas repitiendo una misma idea, lo que volvió fome la lectura en algunos momentos. Destaco en específico la presentación de Baldini: si bien no me molestó tanta divagación, la sentí innecesaria... incluso me salté una plana entera a ver si me afectaba y no... no me perdí de nada nuevo (No miento, ¡diez hojas, para explicar algo que pudo ser en cuatro!)

El tema con los personajes se pone complejo: técnicamente tenemos a la garrapata protagónica, y a otros que van apareciendo por su vida. El autor jugó bien con las descripciones, yendo más allá del físico y la personalidad, mostrando sus motivaciones, historia, miedos, etc. Aún así, de quién puedo hablar más es de Grenouille, quien me fascinó con todo lo relacionado a su don y el poder que eso le daba y a la vez que me aterró su total falta de empatía con el resto. Literalmente, veía a los demás como algo para usar y tirar según su necesidad, junto a, irónicamente, un total anhelo por ser venerado, que rayaba en un egocentrismo tamaño titanic. Es cosa de ver su razón para hacer todo el circo que hizo... decir que estaba perturbado sería un lindo eufemismo. Vale, aún escribiendo esto me encantó lo bien trabajado que estuvo... y por nada quisiera encontrar a Grenouille por ahí.

Ya lo dice el dicho: lo mejor para el final.
Y aquí... no aplica mucho, porque la trama fue más simple de lo que imaginé. Jajajaja….
Esta no tuvo mayor sobresaltos, ni lagunas, el motor del protagonista es más claro que el cristal y porfiado como él solo, va directo al mismo. Pero, de simple a fome hay un paso y acá en algunos momentos, como el de la montaña -en que Grenouille su fumó de la buena a mi gusto- cruzaron la valla con ganas. En honor a la verdad no todo fue tan tranquilo: desde la segunda mitad del libro (curiosamente cuando abandona la montaña), el ritmo empieza a tomar más velocidad lo que encendió mis ánimos y al enganche, y ya llegados al clímax hay unas vueltas de tuerca que no me esperaba, como que lo atraparan. O el final en sí, que fue muy abrupto, adoc con el personaje (igual lo sentí como mazazo en la cabeza).

Creo que no tengo nada más de que decir, excepto que le pondré cuatro estrellas en goodread. ¿No les había dicho que tengo una cuenta? Pues sí, tengo una y he ido calificando algunos libros de los leídos ahora, antes y mucho más tiempo atrás. Así que, dejándoles ese dato me despido. Buenas lecturas a todos!