lunes, 22 de junio de 2015

Archimago: Los Elementales Perdidos



¿El personaje fantasma?


¿Qué tal, estimados?
Aquí me tienen de vuelta a las andadas, tras haber patiperreado de lo lindo por el planeta Terra, en un viaje auspiciado por la chilena Midori Gale y su libro “Archimago: los Elementales Perdidos, primera parte” Exacto, el título ya te amenaza de una futura frustración por no saber el final. Igual pascual me lancé a ver qué pillaba a la vuelta de las páginas.

¿Y qué encontré? Una historia cuyo inicio no puede ser más simple: tenemos a Terra, habitado por magos y equilibrado por los Elementales; quienes de un tiempo atrás desaparecieron y con ello el equilibrio se fue a las pailas. Así es como Hayashi, (el prota) termina incluyéndose en un grupo de ocho jóvenes elegidos para salir a buscarlos. Ok, puedo sentir la duda en el aire: ¿Vale la pena leerlo?
Tenemos el típico viaje épico, con el conocido grupo juvenil y numeroso, y el ya visto protagonista medio aislado e incomprendido. Por ahora me limitaré a recomendarles seguir leyendo y no caer en los típicos engaños de un resumen típicamente simplón.

Comenzaré con algo que a veces extraño en otros libros: el ENGANCHE. Con esta novela a Gale le resultó casi de inmediato conmigo, usando una narrativa entretenida y sin lagunas, la escritora te va mostrando los lugares y las situaciones de forma clara y fácil para la imaginación. Tal vez la única falla aquí esté en el ritmo y es que, en especial en las primeras páginas los sucesos corren más rápido que Speedy Gonzáles (Ejemplo: todo un viaje de una ciudad a otra... ¿narrado en una sola línea? ¿No pasó nada con tanto cabro suelto?) al tiempo que irónicamente, hay una abundante tendencia a las manzanitas que retrasan la lectura
–¿de flash a tortuga? Sí, hasta las narraciones pueden ser bipolares, no digo. –
Dos baches técnicos que delatan la pluma novel de la escritora, sin embargo destaco que las prisas van desapareciendo con el avance del libro, así como las redundancias empiezan a llamar menos la atención.
Amén que a modo muy personal, si pienso que la publicación Midori la hizo por las suyas, sin editorial de apoyo, alzo los pulgares y la felicito, confiando que Speedy y las manzanitas sean sólo una anécdota en sus futuros escritos.

Siguiendo el hilo paso a curiosear la trama, que me pareció agridulce. Me gustaron sus giros que mantienen encendido el entusiasmo, junto a las situaciones y los personajes realistas. Por ejemplo, cuando dan la razón de porqué mandan a jóvenes inexpertos a la Gran Odisea, en vez de adultos más diestros; o en la convivencia misma, donde se nota la chispa juvenil junto a sus yerros. Sin embargo hay una falla importante en su estructura: la carencia de un clímax definido. No porque falten ideas, al contrario: en mi caso reconocí dos o tres nominados al Óscar, pero como tenían igual impacto, ninguno sobresalió. Tal vez el problema haya sido que Midori quiso abarcar muchas ideas con el mismo ímpetu; como fuere, al final me quedé con una vaga idea al respecto, que no ayudó mucho al final abierto que se presenta después.

De los personajes también tengo algo que picar ¿cómo no, si aparte del prota hay siete más casi tan importantes como él? Si a ellos les sumamos los extras que se abonan un buen rato en la historia, es para que uno se pregunte si entre tanto títere no va a quedar alguno sin cabeza. Y nuevamente escapando a las leyes de lo típico, a pesar de caer en el pobre físico alimentado con poco más que el tripack archiconocido, Gale me sorprende logrando manejar el circo a un ritmo parecido, sin que ningún mono quede olvidado en la narración; y aunque en sus perfiles no son tratados a fondo, si se notan rasgos de carácter diferenciadores que les dan su propio sello a cada personaje.
Algo a destacar para mi gusto, al fin y al cabo no estamos hablando de sólo dos o tres títeres.

Concluyo esta humilde opinión reconociendo mi completa frustración al llegar a las últimas páginas y quedarme con ganas de más, lo que en el fondo es algo bueno, sino no estaría recomendando esta obra fantástica con tintes épicos, ideal para los amantes del género. Sin más vuelvo a mi rincón, satisfecha por encontrar esta joven pluma que promete nuevas ideas, no obstante por lo que he escuchado la continuación es en fanzine, así que lastimosamente para ustedes, aunque los lea no son libros para reseñar.
¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

domingo, 14 de junio de 2015

La Casa de los Espíritus



“Si aplastaste una mariposa diez años atrás,
provocarás un terremoto en el tiempo actual”

“No estaba muerta, andaba de parranda”... Sí como no, parranda me van a dar ustedes por todo el retraso. Al menos mi manager en las sombras ya está afilando los cuchillos. Vale que un mes y… -ya perdí la cuenta- es todo un récord del que no me enorgullezco. Como sea y sin ánimo de latear con detalles, mis disculpas a tanta demora... en serio, llegará el día en que logre mostrar una reseña por semana (este año, por favor, este año Diosito) En fin, basta de palabrería y vamos a lo que vinieron:

Me presento con otro ejemplar que catalogo como clásico; después de todo si alguien no lo ha leído, al menos habrá oído de él o visto su película del mismo nombre: La Casa de los Espíritus, de la escritora chilena Isabel Allende. Una obra muy buena he de reconocer, no por nada es uno de mis favoritos.

La Casa de los Espíritus es un libro cuyo atractivo no radica en los hechos mostrados, tanto como en los personajes mismos, pues su trama en sí la hacen con su diario vivir y la forma en que se relacionan, creándose así un ambiente que, al menos a mí me sonó bastante familiar.

Y aquí el papelito bajo la mesa para los menos informados: A grandes rasgos la historia se centra en la vida de la pareja protagónica Esteban Trueba y Clara del Valle, dos seres tan parecidos como seda y lija, él trabajador práctico, serio y dominante; ella espiritista nata, volada y de fácil sonrisa; a ellos se suman sus hijos y nietos que van asomando nariz, ojos y cuerpo páginas más adelante, así como la familia de los García, un clan tan afín con los Trueba como la pareja dicha y que, por los hilos del destino, el karma, el azar o la tincada de la autora (como prefieran) terminan más conectados que si tuvieran la misma sangre.

Si bien no hay un protagonista declarado –algo que suele pasar con este tipo de relatos familiares –se nota la importancia de Esteban Trueba para la obra, algo que sigue dándome risa al pensar en la forma en que ingresa a la historia: cual secundario casi tirando a relleno. Y al final de la página termina robándose la película y siendo el único personaje que está vivo a todo lo ancho del culebrón. Sin contar el espacio que Allende le otorga en ciertos párrafos, al cambiar la tercera persona narrativa, por una primera... sí, hablo de su persona; permitiendo con eso al lector enterarse de los hechos, así como de su visión y con ello conocerlo mejor. Valga decir que el cambio de foco ocurre sin aviso previo, lo que a la larga no se presta para confusiones al respecto, mas sí es chocante las primeras veces.
Otra cosa curiosa es cómo pese a tratar con tres generaciones en un mismo libro, la autora termina conectándolas por el nexo de Esteban con su nieta Alba quienes, coincidentemente, terminan conviviendo solos en la “Gran Casa de la Esquina”, además de ser únicos supervivientes de su respectiva generación.

Los perfiles de personajes están a mi gusto bien formados, mostrándose su evolución con el pasar del tiempo sin estropear su esencia. Un cuidado que se nota sobre todo en las mujeres de la historia (mientras que Nívea pensaba en apoyar “femeninamente” la candidatura de su esposo, su bisnieta se veía como miembro activo de una revolución social). Incluso Esteban, con todo su orgullo que lo domina de pé a pá en toda la trama, muestra un cambio de proyecciones respecto a su hija y nieta: con la primera sólo espera que tenga un buen matrimonio y brille en sociedad, mientras que con la última opina que es mejor que estudie y tenga una carrera, ya que para las mujeres el matrimonio “es un mal negocio”. En la misma área personajil destaco el juego que Isabel hace: incluso aquellos títeres que parecen cumplir una función de challa, sorprenden al final de la esquina al ser parte vital del clímax y su resolución. Además tampoco deja que entre tanto mono alguno quede al olvido (ni siquiera los muertos, ojo, Barrabás es la prueba de ello)

Tal vez su mayor pifia esté en la trama, o más bien en su falta de originalidad. Y es que el basarla en algo como la vida de los personajes (cual teleserie en papel) no es el último grito de la novedad; Sin embargo rescato la manera de mostrarla, porque es entretenida y atrapante al punto que, aunque la sepas una idea común sigues empeñado en seguir leyendo y saber cómo terminará todo.

En la ambientación Allende no se va con chicas, detallando aspectos físicos de los lugares, amén de hacer notar los cambios que se van produciendo tanto económicos como sociales, siempre con esa cuota de humor que la caracteriza:
“había un desorden de modernismo, un estropicio de obreros haciendo hoyos en el pavimento, quitando árboles para poner postes, quitando postes para poner edificios, quitando edificios para plantar árboles”
¿Alguien dijo el Ciclo sin Fin?

En conclusión, podemos decir que esta obra no sólo me encantó, sino que también la recomiendo plenamente a quienes quieran una amena lectura, que no sólo les entretendrá y hará recordar a más de algún conocido, sino incluso tal vez puedan sacar alguna reflexión interesante, pues parafraseando a la joven Alba: “todo lo ocurrido no es fortuito, sino parte de un destino dibujado antes de mi nacimiento”

¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

PD: Si sumo su fecha de publicación, más el hecho que lo leí por primera vez a mis juveniles 11 años… ¡Atájenme el carnet!