domingo, 25 de marzo de 2018

Papaíto Piernas Largas

Viejo pero bueno

"Reto pendiente: Lee una biografía o un libro epistolar.
Y así, amigas y amigos, S.K. Seibert se puso al día con una deuda generacional"

¿Qué tal camaradas?
    Aquí me tienen, sin muchas novedades en mi vida excepto un resfrío que me está agarrando. De los libros, esta vez salgo de mi rincón con uno que chistosamente hasta hoy no leí, y eso que estuve en varios colegios y era uno de los imperdibles de la época jajaja. Finalmente le vi la cara al famoso "Papaíto Piernas Largas" de la escritora estadounidense Jean Webster, y puedo decir que fue un encuentro agradable.

    La novela es protagonizada por Jerusa (Judy) Abbott, una de los muchos niños huérfanos que conforman en hogar John Grier. Siendo la mayor del mismo y a punto de verse obligada a abandonarlo, su futuro cambia cuando uno de los tutores del hogar (benefactores que apoyan económicamente al mismo) se interesa en ella y la toma como su protegida para que pueda completar sus estudios, con la única condición de recibir una carta mensual de la chiquilla, donde cuente sus progresos y su vida diaria. Así, y sin saber nada de su protector, a quien apoda "papaíto piernas largas", Judy comienza sus cartas y a medida que aumentan, crece también su deseo de recibir alguna respuesta y ojalá, algún día conocer a su "papaíto".

    Si hay algo que me inquieta un poco de los libros que se fundamentan en cartas o diarios de vidas, es que no sólo son en primera persona, son literal y en todo el sentido, la visión del personaje. Lo que, o es algo fantástico o un total desastre, ya que si no es creíble el mismo, la lectura se vuelve fome y el libro se va al carajo. Felizmente acá pasó lo primero. Excepto en el primer capítulo que es más introductorio y en tercera persona, todo lo demás trata únicamente de las cartas de Judy, en las que me encantó su frescura desde la primera, la lectura en sí posee un gran enganche y resulta muy fluida, de plano lo leí en una tarde y prácticamente me sentí como el "papaíto" recibiendo las cartas, casi olvidando que había una narradora adulta detrás.
    Teniendo en cuenta que todo se centra en la visión de Judy, no puedo hablar mucho de otros personajes aparte de ella, lo que si bien podría tomarse como un pero, no me molestó pues la manera en que ella cuenta y presenta a la gente que va conociendo, como Sallie su amiga del College, o Julia con la que hay un desinterés mutuo, es fresca y bastó para imaginar cómo serían. Y claro, cómo olvidar la relación que se va formando entre ella y el Papaíto, quien pese a no responder las cartas, se las arregla para dar a entender que está al tanto de todo y que no las tira a la basura, como Judy supone en su momento.

    Es destacable también cómo a medida que la protagonista va creciendo con los años... si no me equivoco son cuatro o cinco, de manera sutil se va mostrando un cambio en cómo escribe las cartas, prueba clara de que deja de ser una niña a convertirse en una joven mujer, más instruida que antes y con más madurez y fuerza de carácter. Todo eso sin perder ese optimismo propio de su naturaleza, lo que se nota en cómo se alegra con pequeñas cosas de la vida, un recordatorio además de que como huérfana, no estaba acostumbrada a tener mucho. Algo que me dejó con un sabor agridulce y una buena reflexión.

    El pero, porque sí, hay uno... ¿qué? No me miren así, no los busco aposta.
   Me divirtió, emocionó y no lo negaré, en su final mi lado romántico dio unas volteretas por ahí... pero me hubiera gustado un poco más de sorpresa. Para mí al menos, las pistas fueron claras y de antemano supuse quién sería el misterioso papaíto, así que impacto cero por ahí. Por tanto el final tampoco me dio tanto de ello: fue conmovedor el encuentro y pude imaginarme toda la ansiedad de Judy en esos momentos, pero todo con ese aire de "¡Sabía que esto pasaría!" y es verdad, el querer confirmar esas sospechas y ver cómo iría todo fue un poderoso enganche; me gustó esa mezcla: tuvo los guiños para darme ideas de qué podría pasar, y lejos de aburrirme, logró mantener mi interés hasta el final. Peeroo, como soy una maldita inconformista, diré que pese a toda la alegría de mi lado romanticón, quedé con gusto a poco con el final. Fue... mucho redoble de tambores para un simple "tá dán". Un envase de Lays cualquiera, hay que decirlo.

    En fin, mas allá de que tan clásico estudiantil sea o no, se nota la pluma antigua de la época (la autora murió cuando mi abuelo nació, con eso les digo todo) y con lo predecible que pueda ser, igual lo recomiendo a quien quiera entretenerse y ¿por qué no? enternecerse también, pues como le dije a mi mamá cuando me preguntó, si tuviera que definirlo en una palabra, el libro sería "tierno".

Sin más, me voy calladita a mi rincón.
Volveré... la pregunta es con qué libro.
¡Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario