viernes, 25 de diciembre de 2015

Los Sueños de GN-I

"Y pensar que sólo somos una pieza más"

¡Hola amigos!

     Vuelvo a las andadas, ahora con un ejemplar que reconozco me hizo difícil comenzar esto, ya que al tratarse de un grupo de cuentos se me traspapelaron las ideas. Comprenderán que no daré gran spoiler sobre qué trata cada uno, a lo más algunos guiños por debajo de las ideas generales.

     El chileno Michel Deb con su novela Los sueños de GN-I, son los culpables de mi temporal atolladero. En ella me encontré con una serie de historias cuyo eje parece estar en GN-I, una androide bien especial entre los suyos. Partiendo con la base de un ambiente futurista con viajes espaciales, los relatos de Michel cumplieron con su género atrapándome de inmediato (salvo uno que lo sentí medio lento) y forzándome a terminar la historia antes de soltar el libro cuando debía hacerlo (ya saben, esas malas costumbres que tenemos como dormir, comer...) Con una narración en la que no percibí  dudas ni lagunas, me mostró distintos relatos que a modo grosso me dieron una gran reflexión sobre la naturaleza humana, y me hicieron creer ciertas ideas de la tecnología que no están comprobadas.

     Si bien me gustaron casi todos, hay dos que no quiero dejar pasar porque llegaron a mis fibras sensibles: “Mariposas eléctricas”, en el que terminé amando a Pardo y su entrega, y “El Comienzo y el Fin”, donde entra en escena PT6, otro droide tan visionario como GN-I y que también comparte su miedo a la reacción social frente a lo desconocido. El tercer favorito vendría siendo “El día D”, me encantó el juego que hizo Deb al unir un hecho histórico con su propio tinte de ficción, dándome una vuelta de tuerca inesperada al final.

      Sin embargo, no puedo decir lo mismo del nexo de los cuentos como grupo y es que ahí me quedé con la sensación que el autor tuvo la idea de conectarlos entre sí, pero algo faltó... se notó la intención pero el círculo no lo vi cerrado al final.

        Sin más, recomiendo plenamente este libro, con pequeñas historias que les sacarán más de un sentimiento y más de una reflexiva lección a quienes se creen “el escalafón más alto de la evolución” 

¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert




domingo, 8 de noviembre de 2015

Viaje al Fondo del Tiempo

  “Y al final... Rocky no era tan weón”

   
 ¿Qué tal amigos?
     Sí, aquí estoy, viva y coleando, con un kilo de disculpas por la épica tardanza, otro kilo de gratitud hacia quienes tuvieron la paciencia de esperar y, cómo no, un nuevo libro bajo el brazo para mostrar; cortesía del chileno Víctor Vargas Aguilera, su novela de ciencia ficción Cosmicrónicas: Viaje al Fondo del Tiempo, me viene de perilla para hacer que suelten esos tomates que iban a tirarme.

“Tres mayas son reclutados por un sacerdote sumerio para cumplir con una misión que evitará el fin de la vida en la tierra”
      Con este spoiler de la contratapa comienzo el guiño de la novela en la cual, con elegidos que de legendarios no tienen nada y un sabio guía que hace su rol cuando le da la gana, entre otros, Víctor nos cuenta un cómico relato que pinta a parodia de principio a fin.

       La narrativa es simple, de fácil comprensión y con un enganche que agarra de a poco. Así que ya pueden olvidar la idea de que me tardé porque el libro era fome. Al contrario, pero... digamos que la vida a veces te fuerza a posponer libros entretenidos.
       La descripción de lugares y momentos fue del mismo estilo: sin necesitar muchos detalles me permitió situarme en ellos cuando correspondía.
Siendo una novela en la que los hechos van a cierta velocidad, a veces da la impresión que el autor quiso apresurar demasiado las cosas, al punto de no narrar cuando es necesario. Por ejemplo: “-No digas eso, ahora me tienes a mí. Te prometo que te cuidaré. (la besa)” Vale, no pido un discurso sobre cómo lo hizo, pero haber cerrado el diálogo como corresponde y alargar un poco la frase, no mata a nadie y habría quedado mucho mejor. Por suerte, no es un aspecto que se repita mucho.

      De los personajes puedo decir que tengo sentimientos encontrados. En general me parecieron de una justa descripción y con un carácter simple, pero definido. Sobre los importantes (de quienes más se habla) debo decir que aunque me divirtieron y quedaron claros sus perfiles, me costó imaginarme a mayas de la época hablando una jerga que me parece, de los tiempos actuales. No así el caso del Chelo y Ramón, a mi parecer, los personajes mejor logrados y quienes más risas me sacaron, sobretodo cuando les tocaba interactuar.

      La trama tiene varios clichés de renombre: jóvenes elegidos, objetos importantes por encontrar, viajes a través del tiempo, incluso está el personaje que termina colándose por error en el embrollo, así como algunas teorías apocalípticas en cierta forma conocidas. Lo interesante y novedoso de todo esto es que Vargas agarra este amasijo predecible y por medio de irreverencias rompe los estereotipos dejando al lector con una sonrisa en los labios y la duda de si las cosas serán tan obvias como en un principio parecían. Quizás lo mejor de la obra es que a pesar de todo el aire paródico y lo aparentemente fuera de foco que se muestren unos personajes o situaciones, a la hora de la verdad la trama concluye de buena manera y cada quien, sin perder su anti-canon, termina cumpliendo a cabalidad el rol que le fue asignado.


     Puedo concluir diciendo que me divertí bastante leyendo esta novela y la recomiendo de plano, sobretodo a quienes deseen pasar un entretenido momento y burlarse un poco de los estereotipos hollywoodenses.
Sin más, vuelvo a mi rincón con la promesa de salir más seguido del mismo con nuevas novedades literarias.
¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

martes, 21 de julio de 2015

El Club de la Buena Estrella



“Todos somos como una escalera, un escalón tras otro,
que llevan arriba y abajo pero en la misma dirección”


¿Qué cuentan, amigos lectores?

       Aquí me tienen de vuelta junto a un buen té contra el frío, mientras escribo con una sonrisa de oreja a oreja tras leer mi nuevo descubrimiento clásico, un libro que también fue base para una película del mismo nombre: El Club de la Buena Estrella, de Amy Tan. Gracias a la peli (muy buena) me fui al escrito (mucho mejor) por lo cual sólo me queda dar gracias a quien me presentó esta obra, antes de ponerme a divagar de ella:

       La novela nos muestra a cuatro mujeres chinas con dos cosas en común: son inmigrantes en Estados Unidos y poseen una gran amistad, cuyo lazo se refuerza por... “El Club de la Buena Estrella”, bautizo que dan a una serie de reuniones que realizan en las que juegan al Mah Jong y comparten sus anhelos y decepciones. A través de ellas se muestra un paralelo de sus relaciones con sus hijas, jóvenes criadas en Norteamérica y por lo mismo, con ideas un poco diferentes a sus madres. (¿Muy irónico el poco?... Yap, fin de la copucha que ya me fui mucho de lengua)

      Teniendo narración en 1° persona que refuerza el ánimo de cercanía entre lector y personaje, Amy me mostró una serie de historias donde supo ambientar ambas culturas y darles su protagonismo, además de marcar ese mudo choque que tienen, y que va repercutiendo en las vidas de los personajes. El libro me atrapó de inmediato y debo destacar la forma, sencilla a veces, poética otras, con que la autora logra transmitirte las emociones del minuto: ahora estás feliz porque An-Mei logró escapar de ese novio indeseable, luego tensa viendo a Lena ser testigo de esa discusión, más rato frustrada y triste como Ying-ying, por el milagro no concedido pese al esfuerzo, y después emocionada frente al viaje de Jing-mei; por nombrar algunos guiños. Quizás los únicos peros acá fueron, unas pocas redundancias en ciertos momentos, de las que remarco una que en vez de molestarme, terminó sonándome a chiste:

“Y yo veía a Shirley bailando un zapateado o cantando una canción de marineros o frunciendo los labios hasta formar una O muy redonda mientras decía – Oh, Dios mío –”
Por si quedaban dudas de lo repetida de la O... ¡me la remarcan!
¿No habrá sido aposta?

Más importante, pues me interrumpió el enganche un par de veces, fue encontrar el temido tropiezo de quien busca repartir el foco entre varios personajes: cuatro madres, cuatro hijas y todas con el mismo peso en la historia. Más unas que otras de pronto se me revolvieron y crucé parentescos y/o relatos, adjudicándole a Suyuan lo vivido por Lindo, o dejándole a ésta la hija de otra. Con todo, gracias a un buen orden de la narración y el conocer más a las mujeres con la lectura, las confusiones son cada vez menores; para andar manejando a ocho chicas, reconozco que la autora supo defenderse bien.

      Con los personajes tampoco se quedó atrás: bien presentados y perfilados también los sentí muy cercanos. Desde problemas que varían entre los densos y declarados –los que por muy dramáticos que se vean en el minuto, no puedo decir que esté libre de vivirlos– a trancas personales y silenciosas las que me atrevo a asegurar que al menos con una, o te sentirás identificad@ o te recordarán a alguien, madres e hijas van relatando sus experiencias y encontrones, haciendo que te sea muy difícil verlas con indiferencia: o las adoras o detestas según el momento; personalmente me gustaron todas, si bien Yin-ying y Waverly fueron las que más me llegaron.

       Creo que el mayor punto fuerte de este libro está en las historias mismas, explicadas en distintos relatos con su propia protagonista y que, sin embargo mantiene la línea de trama al estar entrelazados; un hilo que noté páginas más adelante y cual si estuviera armando un rompecabezas, terminé apreciando más la obra conforme me acercaba al final. También rescato ciertos momentos divertidos que, sutiles o descarados, Tan entrega a lo largo de la obra, a veces salpicados de ese tira y afloja entre ambas culturas (Un gran ejemplo es ése momento en que el novio norteamericano asiste a una cena familiar donde, ignorante de las costumbres chinas y con una cándida sonrisa arruina la velada, eso sí, “con la mejor de las intenciones”) O instantes de sabiduría, como el guiño a la idea de que los hijos aprenden más de ejemplos que de palabras, tan bien mostrado en la voz de An–Mei:
“Me educaron a la manera china: me enseñaron a no desear nada, a tragarme la desgracia de otros, a comerme mi amargura ¡Y aunque enseñé a mi hija lo contrario, ella ha seguido el mismo camino!”

       Claramente lo recomiendo de pé a pá, y encantada compartiré opiniones de esta novela con aires nostálgicos y familiares, que sin ser de esa índole, hasta podría tener tintes terapéuticos con las indirectas enseñanzas que entrega. Más allá de los gustos no veo un límite para la recomendación, aunque tal vez surjan algunas lagrimitas inesperadas al terminar la lectura. ¡Quién avisa no es traidor!
       Sin más vuelvo a mi rincón a tomarme mi pastillita, y luego saltaré al rincón vecino para darle un buen abrazo a mi madre.

¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

lunes, 13 de julio de 2015

Su nombre era Dakiu



 “La Vengativa Venganza”
Estimadísimos:

      Sentada frente a una puesta de sol, comienzo a vislumbrar por qué la vida me ha presentado ciertos libros, los que cual fuego sobre hierro, forjaron mi cabecita para un momento como éste. Días atrás ahí estaba, tranquilita en mi rincón hasta que llegó mi amigo con su novedad: Te reto a que lo leas –dijo y acepté el desafío, aunque al ver su sonrisa marca “gato de Cheshire” debí echarme para atrás. 
       Pero no, ignoré las señales y ya a solas miré el ejemplar: “Su nombre era Dakiu” del autor chileno Jaime Medina; sin más ceremonia comencé a leer. Al ir en la décima página ya pensaba en mandarle un virus a mi querido amigo. Me explico en detalle:

       La novela nos muestra a Katrina, una joven que tras morir “revive” como Inmortal (suena raro, lo sé, lo sé), encuentra un maestro que le enseña la existencia del Mundo De Oscuridad, una realidad paralela a la nuestra (Mundo De Luz) en la que existen aquellos seres que, para nosotros, son mitos o fantasía. Y como el MDO no puede estar libre de problemas, mientras la prota se acostumbra a los hechos, un antiguo villano surge para liar la cosa, entre muchos otros eventos y peleas... dejo hasta aquí el soplo correspondiente, para no dar spoilers.
Que sí, fue un soplo; a la hora que lo hago de verdad, no hay blog que resista.

        Ya lo decía el sabio Murphy: Todo lo que empieza mal, acaba peor.
Con una narrativa en primera persona, la historia parte más rápido que pistoletazo de carreras. En dos páginas Medina nos muestra una pincelada de la familia, el último viaje que Katrina hace con sus amigos y cómo tras un choque, mueren todos menos ella (de quien me vine enterando su nombre al menos diez páginas más adelante -antes sólo se deduce el sexo por un par de frases como “me quedé dormida”-)
       Comprenderán que mucha empatía por su desgracia no sentí, si no sabía nada de ella ¿qué me iba a importar lo que le pasara?
      Igual con la llegada de su mentor le dura bastante poco el trauma y la velocidad de la lectura también se refrena... algo. Eso fue bueno para mi gusto; lo que no puedo decir de la introducción al MDO ya que teniendo la oportunidad de mostrarnos el universo enterito, con personajes que prácticamente lo recorren de pé a pá, Medina se limita con frases como “fuimos por el desierto/montaña/bosque” o “la ciudad tenía calles/gente” o “era como cualquiera del MDL
      ¡Oye! Que el chiste de mostrar un universo nuevo es... ¡Mostrarlo! Hasta con el viejo universo hay que decir algo más allá de “era como cualquier ciudad de Italia” –Ni que los países clonaran sus ciudades –Definitivamente hubiera quedado mucho mejor si al presentar el mundo el autor hubiera puesto la mitad del énfasis que puso en las mil y una peleas que nos presenta
      Otro tema son los focos: Apoyo totalmente que se quiera mostrar otra visión además de la protagónica; y encuentro buena idea hacerlo al comenzar un capítulo nuevo; más si cada uno tiene sus buenas veinte hojas (echaba de menos los capítulos largos, adoc con una novela) Pero, si me cambian de Fulanito a Menganito y en todo el nuevo capítulo, a Mengano le pasan un turrón de leseras, para cuando vuelvo a saber de Fulanito no recuerdo en qué miéchicas quedó. Y no, como sospecharán no tuve ningún resumen camuflado para reintroducirme... obligada a retroceder en las páginas, hasta hallar la última pista de Fulanito. Ni hablemos del capítulo final, donde ahí el cambio de luces ocurre prácticamente por párrafo, como si los personajes jugaran al “tú la llevas”, con pequeños guiños que te advierten del hecho, con una destreza que te permite llegar a la mitad de escena sin saber de quién se trata. Vale que no quieras casarte con la protagonista, pero... ninguna, y es en serio, ninguna historia va a aguantar que tengan el mismo peso seis o siete compadres por episodio. Quizás el truquito final hubiese sido una buena jugada con sólo tres de los personajes. Aunque en esta historia ese número hubiese sido imposible ¿Por qué? Pues... mejor hablemos de los personajes en sí.

       Como el mundo solito podía ser muy aburrido, necesita de habitantes para sacudirlo, y vaya que este autor terremoteó al suyo con una verdadera piñata de razas “con profesiones” tales como humanos, inmortales, hombres lobos, vampiros, inquisidores, ángeles, magos, cazadores, nigromantes, hadas, demonios, vivos, no vivos, muertos, resucitados, Dioses, guardianes, zombies... en fin, sólo faltó que apareciera cantando el muñeco de Frozen.
       ¿Cuál es el problema? Los más avispados seguro ya lo ven: muchos títeres para un solo titiritero (ni hablemos del –cuasi inexistente- escenario).

       Sinceramente, creo que el autor de esta obra entendió mal la conocida frase y aplicó: cantidad es mejor que calidad.
       Por ejemplo el aspecto físico ni da para el tripack: sólo describe las ropas y armas que llevan. Y aunque en los perfiles vi la esperanza de un buen desarrollo, se mostró tan poco... hasta me fue frustrante encontrar momentos valiosos como “el entrenamiento de espadas” entre Katrina y Dakiu, donde podría haberse visto cómo crecía su relación... y el único jugo sacado fue:
“Sí... fueron clases realmente difíciles, pero valieron la pena. En fin seguiré contando mi historia. Adelantémonos una semana más o menos, ya que en esos días no pasó nada interesante, sólo clases del uso de espada”
Y ya está. Obviemos si le costó o no, si en algún momento peleó con su mentor por la presión, o hablaron de algo personal que los acercara...naah, lo importante es que ya esté lista para salir a pelear y volverse más fuerte -Y claro, de eso sí mostremos el número de patadas, tipo de armas, nombres de ataques-...ya entienden.
      He aquí otro punto: la chica pelea y gana, asesina por primera vez... ¿y pregunta si podrá vender la ropa del cadáver? ¿No siente culpa, susto, inquietud o sorpresa? ¡Dios, por último que tenga satisfacción y un obvio sadismo por lo que hizo! Nada... a mi gusto, padece cierta esquizofrenia, que a veces la hace ser humana y otras (la mayoría) la deja como máquina asesina. ¿Nada más? Nones. Difícil que haya algo, si su gran sentir y única motivación a lo largo de la historia, es la venganza: Katrina venga a quienes debe vengar, a quienes quiere vengar y a quienes no pidieron ser vengados; ella les hace el favor igual. Un tópico que curiosamente se repite en casi todos los demás personajes –y los que no quieren hacerlo, tienen quien les guarde rencor-.
Resulta igual de curioso que, habiendo tanto ser de distinta raza y cultura, no usen otro término aparte de “¡Maldición!” y muestren el mismo entusiasmo y labia –cuales clones programados– para contar “su historia” (ésa que pasó mientras uno leía sobre otro personaje)
     
    Con todo lo anterior la trama tampoco sale bien parada; si bien no hay lagunas su línea se va perdiendo en el bosque de peleas; así como temas con un potencial reservado (grimoriums, ragnarok, la pelea divina, por nombrar algunos) terminan poco pulidos o como accesorios.
Me temo que esto pasa porque hay un despilfarro de situaciones, enfoques y personajes que Jaime intenta encajar en un solo arco, así como una sobredosis de historias paralelas. Al punto que si me preguntaran cuál fue el camino que trazó la protagonista para terminar donde llegó... confieso que varias partes no las recuerdo. Porque gracias a lo recién dicho uno olvida hacia dónde van los personajes o su fin inicial, sin mencionar la suma de incoherencias, por ejemplo: Katrina declarando a su enemigo que no le perdonará el “haber puesto en su contra” a su hermano... y al ratito en el mismo párrafo admite haber olvidado que el chico estaba ahí en plena batalla. Tanto así que no me da para ordenar la cantidad de cosas que podría decirles sobre el libro.
     En suma, un libro que para mi gusto pudo haberse dividido en dos y tal vez, podría haber tenido más apreciación. Con todo y como siempre recomiendo, si alguien desea formarse su propia opinión (o debatirme de una) adelante, ármense de un ejemplar y lean, que no muerden.

“Y así, tras terminar su relajante té de hierbas, con el último rayo de sol desapareciendo en el horizonte, la joven se fue con pasos calmados a su rincón, sintiendo que había superado otra gran prueba literaria y sabiendo que, la escalera iría cuesta arriba…..”

¡Feliz lectura para todos! ¡Que nos les pase nada!
S. K. Seibert.

¡Un momento! Si la cosa con estos “libros especiales” irá empeorando con cada ejemplar... ¿cómo serán los que me tope después? De pronto, hace mucho frío por aquí...

lunes, 6 de julio de 2015

Aunque tal vez sólo seamos los Dioses de las Hormigas



Y en ese caso...
¿De quién seremos las hormigas?

¿Cómo están, amigos lectores?
Aquí me tienen, como siempre saliendo de mi rincón sólo para hablar de libros.

Seré sincera: cuando tuve en mis manos el ejemplar “Aunque tal vez sólo seamos los dioses de las hormigas” del escritor chileno Jorge Alberto Collao, caí en la talla de juzgarlo por la tapa (o el título). Pensé que sería un libro que no llamaría mi atención: “suerte que es chico” me dije tras ubicarme en mi sillón favorito y abrir sus hojas. Y ahora mientras escribo esto, repito: “mea culpa, más mea culpa y recontra mea culpa”. ¿Qué puedo decir? Los refranes no son por nada, y Jorge me sorprendió de muchas formas.

Con una trama bien curiosa, comenzó hablándome de frutas y chistosamente ni noté cuando me cambió el menú y terminé leyendo de espaguetis. Esta novela nos muestra a tres extraterrestres que realizan un viaje a través del espacio, del que no sabemos su destino y cuyo fin parece ser el descubrimiento de algo... que ni los mismos personajes saben al comienzo, mas sobre la marcha se van atando los cabos. Mantiene un grato estilo reflexivo y maduro que avanza en la historia sin arrastrar lagunas, aunque sí a veces me confundió con ciertos tecnicismos, así como en otras sentí que exageró en sus ejemplos para transmitir la misma idea. Con todo, me encantó el trasfondo del viaje así como su final, que con una vuelta de tuerca me dejó plop y un buen sabor de boca. Tal vez con ojos analíticos podría ser la conclusión más adoc, pero fue el que menos esperé.

En su narrativa hay dos cosas que llamaron mi atención: su enganche, que empieza muy tranquilo y a lo largo de las páginas aumenta la potencia (sin llegar eso sí, a ser de esos libros que parecen pegados con stick fic a mano), me gustó ese tira y afloja donde te pones a hacer otras cosas, e igual sigues pensando en cómo podría continuar la historia. Y lo otro interesante fue el narrador (3° persona) que, a diferencia de otros libros de razas extraterrestres, es el primero que leo donde se impone el límite de la visión humana, dejando en claro que por eso hay ciertas cosas que “no se pueden explicar” (Por ejemplo, la forma de comunicación entre los personajes o el concepto de tiempo que tienen). Lo encontré muy novedoso y bueno para empatizar con la idea de estar leyendo sobre “otras culturas”; mi única gran queja aquí (y gran porque me hizo bastante ruido) es que, al parecer, en su afán de respetar esos límites Collao exageró con una poca descripción de ambientes, así como el aspecto de sus criaturas. (Nunca supe cómo eran los Jurgans o los Rrrrraquis) Si bien hay ilustraciones que ayudan, en especial con los más importantes, en mi caso con uno supuse a quién representaba sólo por descarte, lo que no me parece algo muy válido.
Yendo de fondo al tema de los personajes si bien extrañé más detalles, rescato el quid que no fueron unos palos fomes y lograron gustar o molestar según el caso, ya que con guiños a lo largo de la historia y de forma clara, el trío de razas muestra sus formas únicas de ser. Como bonus personal los tres ganaron un lugarcito en mi corazón, pero Srady fue mi favorito (pucha que lo entendí)

A fin de cuentas puedo decir que felizmente me tragué mis prejuicios, porque me gustó y altiro lo pongo en mi sector de recomendados; eso sí al ser una historia de extraterrestres tan fiel a su estilo propio, me atrevo a advertir que si no gustan ni les da curiosidad el tema, podrían no verle la gracia al libro. Por otro lado no está dirigida a una edad específica, el quid se encuentra solamente en los gustos literarios. ¿Quién sabe? Puede pasarles como a mí y llevarse más de una sorpresa, así que los invito a leerla y compartirme su opinión.

¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

lunes, 22 de junio de 2015

Archimago: Los Elementales Perdidos



¿El personaje fantasma?


¿Qué tal, estimados?
Aquí me tienen de vuelta a las andadas, tras haber patiperreado de lo lindo por el planeta Terra, en un viaje auspiciado por la chilena Midori Gale y su libro “Archimago: los Elementales Perdidos, primera parte” Exacto, el título ya te amenaza de una futura frustración por no saber el final. Igual pascual me lancé a ver qué pillaba a la vuelta de las páginas.

¿Y qué encontré? Una historia cuyo inicio no puede ser más simple: tenemos a Terra, habitado por magos y equilibrado por los Elementales; quienes de un tiempo atrás desaparecieron y con ello el equilibrio se fue a las pailas. Así es como Hayashi, (el prota) termina incluyéndose en un grupo de ocho jóvenes elegidos para salir a buscarlos. Ok, puedo sentir la duda en el aire: ¿Vale la pena leerlo?
Tenemos el típico viaje épico, con el conocido grupo juvenil y numeroso, y el ya visto protagonista medio aislado e incomprendido. Por ahora me limitaré a recomendarles seguir leyendo y no caer en los típicos engaños de un resumen típicamente simplón.

Comenzaré con algo que a veces extraño en otros libros: el ENGANCHE. Con esta novela a Gale le resultó casi de inmediato conmigo, usando una narrativa entretenida y sin lagunas, la escritora te va mostrando los lugares y las situaciones de forma clara y fácil para la imaginación. Tal vez la única falla aquí esté en el ritmo y es que, en especial en las primeras páginas los sucesos corren más rápido que Speedy Gonzáles (Ejemplo: todo un viaje de una ciudad a otra... ¿narrado en una sola línea? ¿No pasó nada con tanto cabro suelto?) al tiempo que irónicamente, hay una abundante tendencia a las manzanitas que retrasan la lectura
–¿de flash a tortuga? Sí, hasta las narraciones pueden ser bipolares, no digo. –
Dos baches técnicos que delatan la pluma novel de la escritora, sin embargo destaco que las prisas van desapareciendo con el avance del libro, así como las redundancias empiezan a llamar menos la atención.
Amén que a modo muy personal, si pienso que la publicación Midori la hizo por las suyas, sin editorial de apoyo, alzo los pulgares y la felicito, confiando que Speedy y las manzanitas sean sólo una anécdota en sus futuros escritos.

Siguiendo el hilo paso a curiosear la trama, que me pareció agridulce. Me gustaron sus giros que mantienen encendido el entusiasmo, junto a las situaciones y los personajes realistas. Por ejemplo, cuando dan la razón de porqué mandan a jóvenes inexpertos a la Gran Odisea, en vez de adultos más diestros; o en la convivencia misma, donde se nota la chispa juvenil junto a sus yerros. Sin embargo hay una falla importante en su estructura: la carencia de un clímax definido. No porque falten ideas, al contrario: en mi caso reconocí dos o tres nominados al Óscar, pero como tenían igual impacto, ninguno sobresalió. Tal vez el problema haya sido que Midori quiso abarcar muchas ideas con el mismo ímpetu; como fuere, al final me quedé con una vaga idea al respecto, que no ayudó mucho al final abierto que se presenta después.

De los personajes también tengo algo que picar ¿cómo no, si aparte del prota hay siete más casi tan importantes como él? Si a ellos les sumamos los extras que se abonan un buen rato en la historia, es para que uno se pregunte si entre tanto títere no va a quedar alguno sin cabeza. Y nuevamente escapando a las leyes de lo típico, a pesar de caer en el pobre físico alimentado con poco más que el tripack archiconocido, Gale me sorprende logrando manejar el circo a un ritmo parecido, sin que ningún mono quede olvidado en la narración; y aunque en sus perfiles no son tratados a fondo, si se notan rasgos de carácter diferenciadores que les dan su propio sello a cada personaje.
Algo a destacar para mi gusto, al fin y al cabo no estamos hablando de sólo dos o tres títeres.

Concluyo esta humilde opinión reconociendo mi completa frustración al llegar a las últimas páginas y quedarme con ganas de más, lo que en el fondo es algo bueno, sino no estaría recomendando esta obra fantástica con tintes épicos, ideal para los amantes del género. Sin más vuelvo a mi rincón, satisfecha por encontrar esta joven pluma que promete nuevas ideas, no obstante por lo que he escuchado la continuación es en fanzine, así que lastimosamente para ustedes, aunque los lea no son libros para reseñar.
¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

domingo, 14 de junio de 2015

La Casa de los Espíritus



“Si aplastaste una mariposa diez años atrás,
provocarás un terremoto en el tiempo actual”

“No estaba muerta, andaba de parranda”... Sí como no, parranda me van a dar ustedes por todo el retraso. Al menos mi manager en las sombras ya está afilando los cuchillos. Vale que un mes y… -ya perdí la cuenta- es todo un récord del que no me enorgullezco. Como sea y sin ánimo de latear con detalles, mis disculpas a tanta demora... en serio, llegará el día en que logre mostrar una reseña por semana (este año, por favor, este año Diosito) En fin, basta de palabrería y vamos a lo que vinieron:

Me presento con otro ejemplar que catalogo como clásico; después de todo si alguien no lo ha leído, al menos habrá oído de él o visto su película del mismo nombre: La Casa de los Espíritus, de la escritora chilena Isabel Allende. Una obra muy buena he de reconocer, no por nada es uno de mis favoritos.

La Casa de los Espíritus es un libro cuyo atractivo no radica en los hechos mostrados, tanto como en los personajes mismos, pues su trama en sí la hacen con su diario vivir y la forma en que se relacionan, creándose así un ambiente que, al menos a mí me sonó bastante familiar.

Y aquí el papelito bajo la mesa para los menos informados: A grandes rasgos la historia se centra en la vida de la pareja protagónica Esteban Trueba y Clara del Valle, dos seres tan parecidos como seda y lija, él trabajador práctico, serio y dominante; ella espiritista nata, volada y de fácil sonrisa; a ellos se suman sus hijos y nietos que van asomando nariz, ojos y cuerpo páginas más adelante, así como la familia de los García, un clan tan afín con los Trueba como la pareja dicha y que, por los hilos del destino, el karma, el azar o la tincada de la autora (como prefieran) terminan más conectados que si tuvieran la misma sangre.

Si bien no hay un protagonista declarado –algo que suele pasar con este tipo de relatos familiares –se nota la importancia de Esteban Trueba para la obra, algo que sigue dándome risa al pensar en la forma en que ingresa a la historia: cual secundario casi tirando a relleno. Y al final de la página termina robándose la película y siendo el único personaje que está vivo a todo lo ancho del culebrón. Sin contar el espacio que Allende le otorga en ciertos párrafos, al cambiar la tercera persona narrativa, por una primera... sí, hablo de su persona; permitiendo con eso al lector enterarse de los hechos, así como de su visión y con ello conocerlo mejor. Valga decir que el cambio de foco ocurre sin aviso previo, lo que a la larga no se presta para confusiones al respecto, mas sí es chocante las primeras veces.
Otra cosa curiosa es cómo pese a tratar con tres generaciones en un mismo libro, la autora termina conectándolas por el nexo de Esteban con su nieta Alba quienes, coincidentemente, terminan conviviendo solos en la “Gran Casa de la Esquina”, además de ser únicos supervivientes de su respectiva generación.

Los perfiles de personajes están a mi gusto bien formados, mostrándose su evolución con el pasar del tiempo sin estropear su esencia. Un cuidado que se nota sobre todo en las mujeres de la historia (mientras que Nívea pensaba en apoyar “femeninamente” la candidatura de su esposo, su bisnieta se veía como miembro activo de una revolución social). Incluso Esteban, con todo su orgullo que lo domina de pé a pá en toda la trama, muestra un cambio de proyecciones respecto a su hija y nieta: con la primera sólo espera que tenga un buen matrimonio y brille en sociedad, mientras que con la última opina que es mejor que estudie y tenga una carrera, ya que para las mujeres el matrimonio “es un mal negocio”. En la misma área personajil destaco el juego que Isabel hace: incluso aquellos títeres que parecen cumplir una función de challa, sorprenden al final de la esquina al ser parte vital del clímax y su resolución. Además tampoco deja que entre tanto mono alguno quede al olvido (ni siquiera los muertos, ojo, Barrabás es la prueba de ello)

Tal vez su mayor pifia esté en la trama, o más bien en su falta de originalidad. Y es que el basarla en algo como la vida de los personajes (cual teleserie en papel) no es el último grito de la novedad; Sin embargo rescato la manera de mostrarla, porque es entretenida y atrapante al punto que, aunque la sepas una idea común sigues empeñado en seguir leyendo y saber cómo terminará todo.

En la ambientación Allende no se va con chicas, detallando aspectos físicos de los lugares, amén de hacer notar los cambios que se van produciendo tanto económicos como sociales, siempre con esa cuota de humor que la caracteriza:
“había un desorden de modernismo, un estropicio de obreros haciendo hoyos en el pavimento, quitando árboles para poner postes, quitando postes para poner edificios, quitando edificios para plantar árboles”
¿Alguien dijo el Ciclo sin Fin?

En conclusión, podemos decir que esta obra no sólo me encantó, sino que también la recomiendo plenamente a quienes quieran una amena lectura, que no sólo les entretendrá y hará recordar a más de algún conocido, sino incluso tal vez puedan sacar alguna reflexión interesante, pues parafraseando a la joven Alba: “todo lo ocurrido no es fortuito, sino parte de un destino dibujado antes de mi nacimiento”

¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

PD: Si sumo su fecha de publicación, más el hecho que lo leí por primera vez a mis juveniles 11 años… ¡Atájenme el carnet!

lunes, 23 de marzo de 2015

Ocaso de un Reino



“Hablando de spoilers”

¿Qué cuentan?
Aquí me ven saliendo de mi rincón con noticias frescas, y es que luego de viajar al Planeta de Los Lagos, cortesía del libro Ocaso de un Reino de la escritora chilena Sasami Hanatsuki, tenía que dejar mi opinión al respecto.

Comencé el paseo a través de ese planeta templado tirando a frío, con abundante vegetación y muchos... lagos, claramente; llegando así al reino Nevada, donde me encontré con un conflicto inmediato y en cierta forma, simple: Umi, la princesa del reino está a punto de comprometerse en contra de sus deseos; todo esto mostrado por medio de su mejor amiga y protectora, la guerrera Tsuki, protagonista de la trama quien además debe lidiar con su propio problema, pues la quieren comprometer con el príncipe Alan, con quien digamos tiene una relación afectiva inversamente proporcional a la tenida con su hermana. Claro que mientras Tsuki acepta la decisión del rey, Umi no se queda de brazos cruzados aún sin que nadie la escuche. No, no es ninguna metáfora, literalmente no la escuchan... en serio ¿No me creen? Lean este primer intento:

“-Umi... he venido a pedirle a tu padre... tu mano en matrimonio.
(ella guarda breve silencio por la sorpresa)
-¡¿Ves?! ¡Te dije que le agradaría la idea! ¡Está tan entusiasmada que ni hablar puede! –Retoma la palabra el rey, antes de abrazar a su hija sin dejar que diga palabra.
-Padre...yo…e-e-este… -Tartamudea pero él no le presta atención.
-Señor, cre…
-Sí Chiba, buena idea, vamos a tomar un té. Y luego ustedes van a caminar al parque para que conversen de una fecha o algo ¿les parece?
-Pero padre, yo no...
-Señor – (Y ahora Tsuki interviene llamando al rey)”

Tres fracasos después...
"-Déjame decir que estoy muy feliz que no te hayas opuesto a la boda –Sonríe acercándose –Porque de verdad me gustas mucho –Finaliza y le da un beso interrumpiéndola como todo el día lo han hecho.
-E-es que yo... –Titubea con los ojos muy abiertos al tiempo que suena un “bip bip”.
Atarantado el príncipe revisa sus bolsillos para dar con el localizador que allí ocultaba.
-Debo irme, cuánto lo lamento – Informa con rapidez, antes de alejarse.
-Pero, Chiba, yo... – Intenta detenerlo inútilmente, ya que su terno se desliza entre sus dedos como el agua.
-¡Nos vemos mañana en la cena de compromiso! ¡Adiós!"
Como si no bastara la gente, ahora también la interrumpen los objetos
Tenía que mostrarlo ¡Aquí ya estaba con carcajadas!

No se engañen, si no la escuchan es por mala cueva y no porque sea tímida. Como la princesa que es tiene su carácter, por lo tanto asumiendo que en algún minuto se haría oír hice mis hipótesis de posibles finales... y me llevé un chasco. Con suerte le achunté a una ¡y en un 50%! ¿Por qué? Pues porque Sasami juega con la trama y me deja un grato sabor y muchas palabras en la boca; pero ya les soplé mucho, veré otros puntos antes dejando como dicen “lo mejor para el final”.

¿Recuerdan ese circulito negro y blanco símbolo del Ying Yang? Bueno, como si estuviera viendo uno me sentí con los personajes. Por una parte en perfiles y carácter se muestran realistas y familiares, mostrando facetas que bien pueden recordar a ése padre, ésa madre o aquél hermano fastidioso. Ninguno es discordante en sus maneras y actúan de acuerdo a lo que dicen o piensan; aunque también se dieron los que fueron medio olvidados por sus roles secundarios, sin embargo no encontré baches de carácter. Y la otra mitad del taijitu está en la descripción física, donde si bien Hanatsuki a veces esquiva la trampa del temido tripack, igual da pocos detalles y me costó imaginarme a ciertos personajes (hubo uno de quien sólo supe que tenía piel celeste y bigote blanco; ni siquiera puedo tacharlo de “bulto celeste”... quizás era flaco)

La presentación del planeta (alias ambientación) me dejó divertida y muy curiosa. Por un lado con las descripciones fue bipolar, por ejemplo: encontré una entretenida y muy buena descripción de un parque donde paseaban los novios, pero en otra instancia Sasami desperdició la oportunidad de mostrarme cómo era el jardín principal del castillo, cuando los personajes estaban instalados en una amena once (dudo que haya tenido sólo una banca y unas mesas donde se sentaron). Mientras que el trasfondo del planeta, la parte cultural y social me mostró un interesante paralelo: rasgos que pueden recordar nuestra cultura, como las castas sociales, el sistema monárquico y el que cada quien sepa su lugar y se mantenga allí... y al mismo tiempo otras facetas que bien podrían ser no compartidas o poco comunes, como la importancia que le dan a los videntes -mientras que en nuestra sociedad son motivo de risa o fraude-, o el que con todo su protocolo, los reyes valoren los sentimientos de sus hijos a la hora de los compromisos, incluso por encima del qué dirán (esto no sabría decir si es sólo de ese reino, o a nivel planetario); entre otras cosas que podrán apreciar si se animan a leer. Este juego de semejanzas y diferencias también se nota en aspectos más nimios, como la existencia de caballos y el crielgre. (¿No saben qué es? Como dije, lean)

En la narrativa no tengo mucho que decir (suerte para algunos). Encontré novedoso eso sí, el juego de focos entre las dos chicas principales de la historia. Sin destronar a Tsuki como protagonista, el intercambio de perspectivas de ésta con Umi y al revés es tan fluido, que me da la impresión que la misma Tsuki elige replegarse para que conozcamos más de Umi, y viceversa; en vez de sentirlo como algo “impuesto” por el autor, como generalmente me pasa en otros libros. Quizás el único tropiezo son un par de ocasiones en que, para mi gusto, de forma apurada se pasó la visión de un personaje a otro; por suerte es un desliz que no afecta a la lectura y queda totalmente al olvido con, la clara y ágil forma en que la autora narra, sobretodo en la segunda mitad del libro donde con un brinco en su clímax junto a un remate en todo el sentido de la palabra –literalmente –, te entrega más emoción y adrenalina en menos páginas que novelas mucho más gordas (Lo que es decir, valga que el librito tiene menos de 80 páginas ¿alguien responde el desafío? ¿Quién dijo yo?)

Y ahora sí vamos a la torta del cumpleaños: la esperada trama, de quien como dije antes, no di pie con bola en mis predicciones. Creo que ése es el punto más interesante de la novela: tiene un inicio aparentemente predecible, que lejos de quitarte las ganas de seguir leyendo, igual te entretiene y atrapa mientras haces apuestas de cómo terminará, sin notar las pistas sutiles que Sasami va entregando del desvío, (comienzo a pensar que juega con uno y no con la trama) y cuando te acercas al clímax y tienes el epílogo listo en tu cabeza, te voltea el pronóstico como calcetín dejándote con esa expresión atolondrada, más un ego herido mientras miras el libro y piensas “debí verlo venir”. En especial con las últimas páginas donde la tortilla –digo la historia– da un giro tan completo que apostaría que de diez lectores con suerte uno podrá predecirlo de antemano. Si bien tiene un hilo suelto y es que si los azules no son magos ni están relacionados con la magia ¿por qué la sienten? Igual es una duda que despertó mi curiosidad y que, sin ser el eje de la trama tiene cierta importancia. Supongo que si esa habilidad no estuviera, hablaríamos de una Muerte Súbita en vez de un Ocaso, y cierta azul hubiera necesitado un Google maps para no quedar como Nemo en el tremendo castillo, buscando al bendito hechicero. Con todo, el soplo de velas habría sido el mismo.
Más destacable encuentro la motivación de “los visitantes”. Queda muy ambigua (aunque pillé unas sutiles pistas para sacar teorías); algo bien criticable si no fuera porque se ve en el libro que la omisión es aposta en los personajes, y no un desliz de la autora. Amén que el final de Ocaso avisa a gritos una continuación que, a todas luces deja ese “motor” como un aspecto crucial de la secuela. Así, es entendible que Hanatsuki se meta esa carta al bolsillo, dejándonos con un hueco en la trama que incluso sin continuación, se justifica gracias al actuar de los personajes, aunque –personalmente –si no se explicara más adelante me dejaría muy frustrada.

Sin más que decir vuelvo a mi rincón, con una sonrisa de oreja a oreja por descubrir esta pequeña e intensa historia, recomendándola sobretodo a quien guste de la fantasía, una novela que les sacará más de una risa y más de un sobresalto, con sus vueltas de tuerca y tal vez... deban armarse de un paquete de pañuelos Elite.
¡Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

lunes, 2 de marzo de 2015

Candragar



“Descubriendo el teorema Camilcéntrico”

Dignísimos compañeros lectores: ¿cómo se encuentran?

Aquí me tienen, preguntándome si mi disposición total a leer lo que se me cruce por delante no me dará un susto de aquellos. Porque en los libros hay de todo: fomes, piolas, excelentes, malos, raros y libros como el que acabo de leer: Candragar, de la chilena Camila Trabucco, que me dejó una sensación rara.

La novela comienza con Camille de 16 años a quien un día cualquiera se le presenta en su cuarto una mujer desconocida para llevársela ¿a dónde? Camille no lo sabe, pero la sigue. Así llegan a una escuela de magos en otra dimensión, se entera que tiene magia y que va a estudiar ahí; donde conoce a unos chicos que la invitan a participar del juego de tablero llamado Candragar.
Tomo aire y hago una pausa...

Comencemos por el camino más rápido: debo reconocer que el ambiente del instituto mágico en sí con su metodología de enseñanzas, me pareció de una perspectiva fuera de la esperada, dejándome con la impresión que hacer magia es mucho más complejo de lo que parece. Si bien no es el primer libro mágico que menciona que el poder está en uno y no en varitas, sí es el primero que leo que se desliga de las mismas (y cualquier objeto) para ejecutarla. Lastimosamente fue un aspecto no explotado (porque los chicos preferían jugar Candragar que asistir a clases) y las veces que hubo más información, Trabucco la dio con poca sencillez y mucho tecnicismo, para tratarse de un universo recién presentado.
            Otro punto bien trabajo es la parte histórica. (Aunque de los seis viajes hubo dos que no tuvieron ficha histórica) La ambientación allí, las explicaciones sobre la época y sus costumbres, fechas y nombres, todo revela un buen estudio y un pulido trabajo... Pero al ser un mero aspecto del juego pierde todo valor. Difícil que lo tenga, si el mismo juego no tiene razón en la trama principal. ¿Ah, no? ¿No la tiene?
           
Lo sé, al llamarse así el libro uno imagina que será el eje principal; una suposición tan firme como castillo de barro; bien podrían sacar al juego de la historia y tanto el clímax como el conflicto que se cuece por debajo serían los mismos, y así como no hay relación entre el juego y el resto de la historia, tampoco hay coherencia. Muestran a cuatro jóvenes “elegidos” para jugarlo, no obstante no aclaran por qué son sólo ellos ni porqué esperaban a Camille para iniciar.
Vale, vale, pueden ser pelos de la cola, podría tragármelo en silencio pero... que me salgan conque ninguno del cuarteto sabe de qué tratará el juego, y ya inmersos en él todos sepan dónde se encuentran, qué deben buscar y todo lo demás... ¿Esperan que me lo crea? ¿En serio?
Del juego salto a los jugadores y al resto de los personajes: Primero tenemos a  cuatro chiquillos de distintas naciones quienes no sólo son capaces de jugar algo sin saber de qué trata, sino que además no tienen problemas en comunicarse entre sí. Ok, se dice que hay unas “lenguas de la magia” pero... al menos Camille, quien los conoce en su primer día de clases, sólo sabe su natal francés. ¿No pudo leerse un libro de hechizos en croata, pero sí pudo hablar perfectamente con la chica italiana y el chico alemán?
Y aquí la lógica sufre de una muerte prematura.

Como decía, Camila nos presenta unos perfiles tan variados como clones: a pesar de las distintas naciones y por ende, tener su cultura e influencias propias, todos se expresan de la misma, educada y culta forma. Ninguno tiene un sello al hablar, o es más  coloquial que los otros... en fin, podría jugar a cambiar de lugar los nombres en los diálogos y seguro nadie lo nota. Del físico ni hablemos: el famoso tripack de colores... a veces altura y... ¿una buena vestimenta? Y ya está. (Curiosamente, los únicos personajes que escapan a esas dos maldiciones son episódicos o secundarios sin importancia) Del resto sólo se menciona algo más para destacar lo “bellos y guapos” que son, ya que si hubo un feo por ahí, la autora tuvo la suficiente consideración para ahorrarle la vergüenza y evitar que lo sepamos.

Repasemos: Un título que no tiene razón de estar, unos personajes planos como tablas de surf... ¿Qué falta? Obvio, el plato fuerte: Camille Delaunoy, a quien dedico su propio espacio ¿por qué? Porque es la columna vertebral del libro.

Es la típica chica con quien inicia cualquier historia, de ésas que sacan deducciones (simples y refutables) que sorprenden a sus oyentes llegando a tacharlas de verdades absolutas; es de ésas que aunque no lleva un día en el Instituto, ya asiste a las clases más avanzadas de su nivel ejecutando hechizos a la perfección desde la primera vez. Camille es del tipo que sin haber alzado una espada en su vida, tras un día se maneja igual que los soldados que llevan años practicando; la que sin haber estado en un barco pirata corrige sobre cómo poner los cañones; Esa joven con tal liderazgo que convence a todos por igual con su carácter “locuaz y dinámico” y aunque tiene pésima memoria, durante toda la novela no se equivoca nunca –y cuando lo hace se retracta a tiempo sin razón alguna –. Es la que causó todo un enfrentamiento entre ambas ligas por su mera existencia (creo que a los enemigos les hubiera valido más asesinarla para callado); es tan cool que por su sangre tiene más energía, poder y resistencia que los demás (¡y ya desarrollado!) Incluso entre los Terranos, es y será la única tras cinco generaciones en llegar a los niveles más altos de poder. Es la Última Terrana, el estandarte con patas del bando de “los buenos”.
(¿Aún nadie quiere matarla?)

Sinceramente, el libro bien pudo llamarse “Camille” y tendría más sentido.

Ahora, vamos a los baches con el perfil de Camille. Si algo nos dejan en claro es que tiene una personalidad “auténtica e inmutable”; pero, es TAN inmutable que cuando Michelle se la quiere llevar por primera vez, ella se niega con argumentos válidos... pero una sonrisa y palabras amables son suficientes para cambiarle el discurso dos veces, logrando que la siga sin resistencia. Con este ejemplo quiero decir que si los personajes resultaban poco creíbles por su nulo desarrollo, Camille se lleva el trofeo por un “perfecto desarrollo” de joven adolescente “normal”. Basta con ver cómo reacciona cuando le revelan quién es su verdadera madre:

-“Eres mi hija-
-Así parece… nunca me contaron que era adoptada, mis padres no…
-Ellos tampoco lo saben…(Aquí va una explicación de cómo los engañaron)… se hace tarde, mejor dejamos tus preguntas para otro día.
-Tienes razón, hasta que me sienta más preparada para recibir las respuestas –Las dos sonríen antes de retomar a las Puertas Principales”

Niña, te acaban de decir que tu madre no es quien creías ¿Y actúas como si te dijeran que tu almuerzo será tallarines en vez de arroz?
(Y tras leer me golpeé la cabeza con el libro, porque la pared estaba muy dura)

Los vacíos suman y siguen a lo largo de la historia, incluso en aspectos menos globales, como por ejemplo:
  1. ¿Por qué Candragar entrega ciertos premios y sólo a algunos jugadores?
  2. ¿Qué pasa con Aurora, la tercera Fundadora y su legado y descendientes?
  3. ¿Por qué el agua no se considera una magia elemental? O más bien ¿Por qué Camille no se pregunta eso, siendo que creció en nuestra dimensión?
  4. Y más importante: la motivación de “los malos” ¿Cuál vendría siendo? ¿Con qué justifican su actuar para considerarlo correcto?

La batalla final es otro punto de discusión: Todo va normal hasta que muere alguien relevante para Camille y... ¿se llevan al chico y se acaba la pelea? ¿Por qué se detuvieron los malos si aún no cumplían su cometido? (y más encima, parecían ir ganando)

Junto a los vacíos me quedan otras dudas: ¿Con qué afán destacan que el viaje entre portales es de un segundo con veinte centésimas, o que los personajes se demoran tres minutos y diez segundos en hacer un hechizo, o veinte minutos exactos en llegar a algún lado? Nadie los iba a acuchillar si tardaban más o menos. ¿Para qué me dictan el listado de traidores al Instituto, si sólo un nombre importa? ¿Me darán un premio si me los aprendo o qué?
¿Para qué mencionar TODOS los hechizos que los alumnos deben aprender, si cuando los usan explican qué efecto causó? ¿Para qué darnos toda esa información decorativa... en vez de responder a las mil y una preguntas que puse antes, y que ayudarían a darle más sentido al universo del libro?

Mi conclusión es que pudo haber sido una osada propuesta y romper esquemas al entablar la teoría de viajar en el tiempo y cambiarlo a consciencia, pero, faltó mucho más desarrollo, coherencia, un motivo para el instrumento en cuestión (el juego), llenar todos los vacíos –al menos los más importantes- y, tal vez, quizás hubiera dejado al lector cuestionándose si alterar al tiempo pasado es tan malo como siempre se ha dicho, o no. Así como está, sólo deja un millón de dudas, junto a la sensación que el juego y sus derivados no tiene razón de ser (por tanto, tampoco la tesis del tiempo) y, personalmente, las ganas de tener un alfiler para reventar cierta personalidad “protagónicamente inflada”.

            Ahora sí vuelvo a mi rincón, algo curada de espanto y lista para tomar una agüita de manzanilla que me quite el mareo; mientras pienso en si empezar a crear filtros para los siguientes libros que lleguen a mis manos. ¿Para qué me molesto? Seguro opto por leerlo todo igual (creo que tengo una vena masoquista por ahí)

Deseándoles una mejor suerte con los libros, me despido con lo de siempre:
¡Feliz lectura para todos!
S. K. Seibert.
                                 
PD: Creo que no necesito decir si acaso lo recomiendo...