sábado, 27 de enero de 2018

Ilich al cuadrado

¡Hola a todos!
¿Cómo les trata la vida?

    A mí bien en general, aunque mi idea de subir esto anoche se fue al caño gracias a imprevistos, si, los lindos imprevistos que junto a la muerte son lo único seguro jajajaja. En fin, más vale tarde que nunca (valiente eufemismo para mi caso) y aquí les traigo los libros del día.

   Sí, leyeron bien. Los libros. Y es que esta vez haré algo diferente: ya que tuve la dicha de leer dos libros de Víctor Ilich, juez y poeta chileno cuya pluma ya la he comentado aquí, me lanzo con un pack de reseña doble como experimento, pues hay que innovar, me gustó la idea y avanzo más rápido con las entregas. Quizás después repita la hazaña con algún otro autor.

    Sin más, empezamos del más viejo al más nuevo: El silencio de los Jueces, con la editorial Vidproducciones, y Toma de Razón, con la editorial Mago editores.





     Este libro me pilló de sorpresa con su contenido. Pues si bien hay poesía en algunas de sus páginas, esta vez Víctor me presentó una entrevista “casi oficial”, en donde el entrevistador, a veces formal y otras tenazmente curioso, toca muchas preguntas relacionadas a ser un juez y su labor, encontrándose con unas respuestas.. originales por decir lo menos, que van desde lo más filosófico hasta lo chistosamente irónico, con toques sarcásticos muchas veces.

    Personalmente, me rei con casi todas, y fueron muchas las que me sorprendieron con cuanta verdad podían tener dentro del humor irónico, tales como que un juez no es Dios, aunque se vea en la labor (“sentencia”, según el entrevistado) de elegir el destino de otros, y que sus juicios, lejos de basarse en una verdad absoluta, nacen por el material que les den “las peras y las manzanas confitadas” a quienes muchas veces “confunden con las manzanas”.

   Entretenido, rápido de leer y con pillería en su humor, además de recomendarlo -¿Qué? ¿Esperaban otra cosa?-, podría mostrarles muchas preguntas que me gustaron (y hacer la reseña más larga del blog hasta ahora) pero, como la idea es que lean el libro, con esfuerzo les traje unas pocas elegidas, tanto por chiste, como por la verdad que pueden tener oculta:


“¿Usted cree que existen los jueces injustos?
Mire a su alrededor. ¿Cree usted en las malas madres? ¿los malos padres? ¿Los hombres que matan a sus esposas? ¿Los hijos que matan a sus padres?”


“Si usted fuera el ultimo juez en la tierra y pudiera elegir a quien juzgar, ¿a quién le gustaría juzgar?
A Cupido, por haber errado tantas veces en el blanco.”


“¿Cuál es su religión?
La del monito mayor. Es decir, imitar siempre al mejor.”


Y la que se lleva al premio para mí, me encantó simplemente:

“¿Que criminal, a su juicio, ha quedado sin castigo?
La serpiente que mordió al Principito. Ese relámpago amarillo algún día caerá.”


Aún me río al leerlo... y refuto también, después de todo esa mordida fue consensuada, jajajaja.
Sin más testimonio que declarar, me despido de este lado para dejarle el escenario al siguiente libro:



    Este libro es distinto al anterior en varios puntos: fue un regalo de su autor (¡muchas gracias!), es más chico, más rápido de leer, más reciente y acá Víctor comparte derecho de autor con otro poeta y Ministro de la Corte (vaya dupla): Roberto Contreras Olivares.

    Aquí vuelve la poesía, con ambos autores regalándonos por separado un poemario de 12 estrofas, en honor a la conocida Isla de Pascua, en los cuales más que halagar y embellecerla, hacen un llamado a consciencia sobre el peligro que la misma está teniendo actualmente gracias a la sobrepoblación (en especial de extranjeros) y la contaminación que le sigue... seguro por eso el nombre del título.

    Al ser de dos poemarios, Toma de Razón es bien corto, se ve mas grande porque esta adaptado al inglés y al Rapa Nui, además del español (un magnifico detallazo a mi gusto) así que, del primero, llamado “Barca Orongo” puedo decir que noté la pluma de Victor, con esa sutil, casi elegante ironía para referirse en este caso al serio tema de la Isla, algo que sentí como una bofetada en guante en estos versos que destaco:

“Nunca he hecho un moái,
ni mis antepasados lo tallaron,
desde la cantera de mis versos
sólo he desgarrado un NO HAY.
No hay mas espacio,
sólo son 163 kilometros cuadrados,
(....)

Siete toneladas de desechos
parece que no son suficientes para disuadir
entre ellos estos versos.
Por favor, recíclalos sobre un lienzo,
en un soneto, una décima
o un minueto en un sol sostenido.
Bien sostenido, te lo ruego.”

     Y, mientras ese fue el enfoque de Víctor, el de Roberto fue más como un tributo y rescate a la cultura Rapa Nui, que como resultado de lo otro se ha visto invadida con la presencia extranjera. "Esta noche recordaré su nombre" es el título de su poema, donde haciendo memoria a su baile con la reina del Tapati (ni idea tenía que existía esa celebración pascuense... mira por dónde uno aprende cosas nuevas) nos revela su experiencia en la isla, sus emociones, lugares que vio, casi lo sentí como un tour entre líneas; de paso entregando también a mi gusto, un sutil mensaje sobre las relaciones entre isleños y turistas, como en los ejemplos que aquí les doy:

"Pero sus pies se deslizaban
como por las aguas claras de Ovahe,
en antaño, de niña, tras un pez mariposa,
tupi tupi,
colorido como su vestido de fiesta.
(...)

Sus ojos hablaban
de bosques milenarios,
toromiros,
de palmares,
hombres pájaros
y estrellas lejanas
(...)

Sé que soy un extranjero en la isla.
También que mi corazón
se estremeció
en las praderas del Rano Raraku
junto a los guerreros de piedra
y voló en un latido desde el volcán Orongo
a la playa de Anakena
(...)

Yo soy el visitante.
Algo mas que un latido
de homo sapiens
llevo hoy en mi sangre
tan cercana a ella
y a su pueblo,
en un mutuo destino
que llevan las mareas
al sur."


    No sé ustedes, pero la última estrofa en especial para mí fue un claro guiño a la idea de unión, entre visitantes y oriundos de la Isla, una unión eso sí con respeto teniendo en cuenta quiénes son los verdaderos lugareños.

    Personalmente, me entretuve bastante con ambos, fue un placer reencontrarme con el estilo de Víctor y también conocer la pluma de Roberto, la cual ojalá pueda volver a ver pronto. Sin ser una fan del género, me atrevo a decir que con autores como ellos le estoy agarrando el gusto a la poesía... de a poco eso sí, no se entusiasmen tan luego.

   Así que aquí se los dejo, dos libros que recomiendo a quien me lea, el primero les dará un muy buen rato sin duda, y el segundo una bella reflexión, además del viaje inevitable a la Isla de Pascua con su fama y misterio -¡ey! que mi cabeza sí voló- Y para los flojos... son libros pequeños, así que no tardarán jajajaja.

Vuelvo a mi rincón a buscar mi siguiente deuda... cada vez queda menos ¡sí!... ¿dos, tres?
¡Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.

martes, 23 de enero de 2018

Rebeldes

¿Con o sin causa?


¡Hola compañeros!

    Bueno, no lo había dicho antes por acá, pero seguro notaron mi larga ausencia de meses y cómo ahora de golpe han empezado a aparecer más reseñas, y seguidas. Pues sí, tras un abandono que ni el blog ni ustedes, amigos lectores, merecían (les pido mis más sinceras disculpas y espero compensarles con hechos que palabras) estoy reviviéndolo poniéndome al día con los pendientes.

    Y retomando el tema que les interesa, el libro que hoy les traigo es uno que me dejó con muchas emociones dispersas, y también sorprendida por los detalles tras bambalinas que supe del mismo y de su autora (como que tenía 17 años al escribirlo, y que llegó a ser prohibido en algunas bibliotecas en su época)... en fin, sin darles más la lata, les cuento sobre la novela "Rebeldes", de la autora estadounidense Susan Hinton, editorial Alfaguara.

     La historia, contada en primera persona, nos presenta a Ponyboy, un chico de 14 años aficionado a las películas y los libros. Más temprano que tarde nos enteramos que es huérfano, vive con sus hermanos y es un greaser, por tanto, enemigo de los socs, algo que queda clarísimo en las primeras líneas cuando es asaltado por cinco de ellos y se salva por un pelo... y la intervención de su propia pandilla. Con ese lío como introducción del panorama, la historia avanza y gracias a una pelea de las bandas, que culmina con una muerte, Ponyboy junto a Johnny -uno de sus colegas y más cercano del grupo- se ven en la necesidad de huir sin tener verdadera culpa de lo ocurrido.

    Y hasta aquí dejo el resumen, pues a mi gusto esa huida es el puntapié para poner todo en marcha. Ahora, de plano digo que me gustó con todas sus letras. Para ser catalogada "literatura juvenil" fue bastante cruda, el relato me dio una fiel muestra de lo que ocurre en esas realidades -batallas de bandas, familias disfuncionales, diferencias sociales... los socs como los niños ricos del West Side, y los greasers como los chicos del East Side, la discriminación entremedio, y otras bellezas-; también pude conectarme con los personajes: sufrí la impotencia de Ponyboy frente a lo que no podría cambiar por mas que quisiera, admiré la lealtad y fuerza de Darry para con su familia, con Johnny simplemente lloré por dentro y aunque fuera "el más débil" según sus compañeros, tuvo que tener bolas y bien puestas para recibir lo que la vida le dio, y Soda con Two-bit me sacaron las risas, los optimistas del grupo, y que aun así tenían sus dolores bien guardados. Dallas, uf, el greaser con mas rudeza y experiencia en las calles (y la cárcel) del grupo, ése si que me dio desde miedo hasta fascinación, y fue el ejemplo de la idea que todos necesitamos una luz, algo que amar en la vida, incluso el mas indiferente, sino... Estas peor que muerto.

    Debo decir que si bien aquí no hay una "trama definida", no por eso queda todo en el aire: partiendo como base con el incidente de Johnny y Ponyboy junto a su fuga, todo lo que sigue vienen siendo consecuencias y resultados de aquello, que dirigen a otros líos como un efecto dominó. Se nota la conexión de todo y al final, el mayor interés está en ver como saldrán los personajes del atolladero, con un clímax de los buenos (por supuesto, Dallas tenía que influir en eso) y que más que marcar un antes y un después, de plano fija una línea divisoria a mi gusto.

    Nada es perfecto dicen por ahí, menos en los libros, y un detalle de la narración que me dejó un poco contrariada fueron las jergas. O sea, pensando que quien cuenta la historia es Ponyboy, es bueno y realista que las tenga seguido, pero a mí en un inicio me confundió un poco, palabras como faca, pipa, si bien después se comprende de que hablan, fue enredoso al principio, creo que pudo evitarse un poco.

   Por otro lado, algo que también me gustó (y en general destaco en los libros que noto) es los mensajes de trasfondo. Acá se pudo notar la importancia de tener una " familia" más allá de la sangre, e incluso con ese lazo, tal fue el caso de protagonista y sus hermanos, o el de Johnny, que se sentía más en casa con la pandilla; así como mensajes sobre la forma de enfrentar la vida, lo que queda patente en la carta de Johnny a Ponyboy, con su mensaje de "mantenerlo dorado"... Y cómo no, las consecuencias que trae el error común de juzgar a alguien por su aspecto, el barrio, por con quienes se junta, sin imaginar lo que hay dentro de todo ese envase; una especie de coscorrón a la sociedad que queda entre líneas al final de la historia.

    Sin más, esta es una novela que agradezco haber encontrado, y así como me gustó, recomiendo con todas sus letras, tiene un poco de todo y te mantiene en vilo casi todo el rato. Solo advierto, quienes sean sensibles -experiencia propia, cofcof- tengan pañuelo a mano, pueden salir algunas lágrimas.

Corro a mi rincón, dejándoles mi recomendación de siempre: ¡Lean!
¡Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.







lunes, 15 de enero de 2018

Las Noches Pasadas

Francis, el chico reality


¡Hola a todos!

    Espero que los que puedan, esten disfrutando de unas buenas vacaciones; por mi parte no puedo decir lo mismo, pero de consuelo tengo buenos libros para entretenerme, como el que les traigo ahora, aprovechando de darle gracias a su autor por facilitarme un ejemplar: “La Noches Pasadas” del chileno H. A. Riquelme, con la editorial Forja.

   Y la historia comienza con nuestro protagonista, Lian, un joven proveniente de una rica familia en Rumania, quien tras la muerte de su padre y queriendo escapar del estilo de vida que tenía se va de casa, un plan que provoca su encuentro con una hermosa mujer, que lo atraerá literalmente, a una nueva vida llena de misterios y sombras.

   A pesar que no he leído muchos libros de vampiros, he tenido la suerte que me han tocado textos con personajes que reflejan al vampiro “de la vieja escuela”, algo que me encanta. Este libro se une a mi buena racha, añadiendo una variedad de personajes con caracteres distintos sin pasar a llevar ese aire vampirístico. Un ejemplo de ello se nota en la manera en que asimilaron su nueva vida como inmortales, en el caso del protagonista, Vivianne o Andrea, fue diferente según cada quien; en especial esta última la cual, teniendo en cuenta que fue convertida “a la mala” con cayó en una tendencia depresiva, sino que se mantuvo dinámica… muy resentida pero activa. También me gustó como el autor mostró que igual podían tener emociones intensas (especifiquemos, enamorarse por ejemplo) sin dejar de ser vampiros en toda regla; algo que fue notorio en Francis o en Lian, de éste sólo diré que si bien en momentos me cayó como patada al hígado tras una serie de abdominales, me encantó cómo mantuvo su esencia hasta el final, incluso con sus amores a cuestas siguió siendo… más que egoista, un maldito egocéntrico. Y bueno, lo que pasó al final con todos ellos… es una carta que mejor escondo en mi baraja y solo adelantaré que me recordó a las ironias de la vida.

   En la trama me gusto como el autor por medio de su relato mostró una visión alternativa de como se fue formando el “imperio vampírico” en Europa y llegando a América, mezclando fechas y momentos históricos con aspectos de su propia cosecha, hasta llegar a un climax derechamente inesperado, algo que siempre me encanta y ahora no fue la excepción. Del final... bueno, digamos que tras un climax asi fue como tener a un gigante paquete de papas fritas, y abrirlo para encontrarte con que casi todo el envase es puro aire. Sin quitarle merito a la historia, fue muy flojo para mi gusto.

    Un detalle que me hizo ruido en la trama es que no sentí que tuviera una dirección definida; siendo justa, en teoria habria una pero, me parecio tan ambigua que no creo que cuente. Me recordo un poco a esas historias donde el eje parece ser simplemente el diario vivir de los personajes, con pequeñas anécdotas entremedio. No sabría si decir que eso fue “malo”, porque el enganche no se perdio, pero si eche de menos un poco mas de proyección, que con toda la vida que tiene por delante, el protagonista tuviera un plan en concreto al respecto o algo por el estilo y no pareciera tan “living la vida loca”.

   Fuera de eso, es un relato que engancha del inicio (lo que es bien bueno) y tiene una narración entretenida que atrae también por la forma de mostrar los lugares y las situaciones, se noto el trabajo del autor para hacerlo bien realista, si bien en ciertos momentos sentí que se le fue un poco la olla con los detalles históricos y el ritmo se volvió mas fome, jajaja... suerte que fue algo del minuto no mas.
   Asi que ya saben, si quieren una buena lectura para entretenerse estas vacaciones, este amigo esta entre mis recomendados, en especial para quienes amen esos fascinantes y aterradores seres que son los vampiros.
   Pasado el dato vuelvo a mi rincón, ojala que el próximo libro traiga buenas sorpresas también.

Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.


viernes, 12 de enero de 2018

Cinder

Canjeo zapato por pierna

¡Hola amigos!

   Aquí me tienen, saliendo de mi rincón con sombrilla, bebida y el libro del día, esta vez de la mano de la estadounidense Marissa Meyer, junto a VyR Editoras, les vengo a hablar de la novela futurista Cinder, la primera de la serie Crónicas Lunares.

   Habiendo ocurrido ya la 4° guerra mundial, tenemos a nuestra querida Tierra vivita, con unos cuantos cambios en tecnología, gobiernos, países, y con una feroz plaga que está causando estragos entre la población del imperio de la nueva Comunidad Oriental, con los científicos trabajando a full para encontrar alguna vacuna. Bajo este hermoso ambiente tenemos a Cinder, una cyborg que vive con su madrastra y hermanastras, recibiendo un trato de sirviente más que familiar. Gracias a un encargo inesperado termina relacionándose con Kai, el príncipe imperial, y la infección de su única amiga humana la lleva a conocer al misterioso doctor Erland, e involucrarse más de la cuenta en los dos temas que amenazan el mundo como lo conocen... ¿Por mera casualidad, o algo más?
Terminando el resumen, pienso: madrastra, hermanastras, un baile, un príncipe...

   Lo primero que me llamó la atención de esto es cómo la autora juega, usando elementos íconos de un clásico cuento de hadas (se imaginan cuál, ¿no?) y crea una historia propia, añadiendo de su cosecha y sorprendiéndonos con algo nuevo, que no sigue el hilo del clásico; así que, quienes esperaban hallar algo igual, olvídenlo. Sin ser una historia de amor, tiene romance, así como también drama, risas, acción y varios secretos.

   La trama es muy completa, tiene buen ritmo y no hay lagunas -excepto el final, que es de esos... ya saben, quiero puro tener en mis manos el segundo libro- Me gustó la forma en que se va desarrollando el misterio, las descripciones de lugares y momentos que hicieron más vívido todo, lo complejo que son los problemas a los que se enfrentan los personajes, se nota que la autora tuvo cuidado con los detalles para que fuera más creíble. Sólo tengo una queja puntual con este libro (antes de que piensen que lo creí perfecto) y es que el final no fue sorprendente... En cierta forma es predecible por varios detalles. Fue fácil atar los cabos antes de tiempo y bueno... eso le quitó el power que esperaba tras una historia tan bien contada. Sí, tenía la esperanza de equivocarme con mis sospechas, peeroo, no.

    De los personajes debo decir que no tengo quejas.
Sus descripciones están bien y sus actitudes son fieles a su perfil, amén que llegan a uno, no son de cartón. Como detalle personal me gustó que la autora sin quitar protagonismo a Cinder, comparta su visión con la del príncipe Kai, agrandando el mundo para los lectores y, en mi caso, convirtiendo a Kai en uno de mis favoritos; ya que lo sentí muy real, imperfecto con su espíritu altruista chocando con sus mañas de príncipe y cómo no, sufrí con el dilema que lo persiguió en toda la historia. La otra que se lleva el premio es la villana del cuento, y no, no es la madrastra de Cinder. Sólo adelantaré que Levana tiene esa inteligencia y maldad que fascina y aterra al mismo tiempo.

  Como imaginarán me encantó este libro, y lo recomiendo plenamente; sigo hallando original el guiño al clásico y cómo se rompe el molde con la nueva historia. Así que, ya saben, si quieren pasar un buen rato con un buen libro, que tiene un poco de todo en un universo más futurista que fantástico

Sin más, corro a mi rincón antes de insolarme, deseándoles como siempre...
¡Feliz lectura para todos!
S. K. Seibert

sábado, 6 de enero de 2018

Otoño en Abril

Mejor a este veranito


¡Hola amigos! Tantas lunas, soles y meteoritos…

    ¿A quién no le tocó alguna vez oír a su abuelo (o abuela) contar anécdotas de su vida? A mi, muchas veces, y varias más repetidas; por lo mismo me dio una buena -y nostálgica - espina la novela que les traigo ahora: Otoño en Abril, de la chilena Isabella Castellón (¡mil gracias por tu regalo!) con la editorial Forja.
    ¿Que tiene que ver con los abuelos? Pues que justamente trata sobre ellos; dos siendo exactos: Vicente y Andrés, quienes ubicados en una casa de reposo, intercambian y reflexionan de sus experiencias vividas. Especialmente Vicente, cuya vida viene a ser el eje del relato.

    Personalmente este libro me dio sentimientos encontrados. Es una historia “no ficción” con mucho tinte romántico que me recordó al sufrido de la antigua (valga la edad de sus personajes). Destaco el que la autora haya puesto énfasis en esos detalles de la vida, que hacen más creíble la situación de los abuelos, como la pequeña radio a pilas de Vicente “con la que oía la musica de su época”, o su antigua caja de galletas de azucar. Asi como problemas de salud en ambos que, sumado al dolor por la soledad en esa última etapa de sus vidas, además de realista, me dejó un nudo en la garganta.

    Como dato extra diré que fue refrescante cambiar el tipo de lectura, y el tener el enfoque de un protagonista longevo fue un plus para mi, pues no recuerdo haber leído otro libro así. Ademas, está bien escrito, no hay lagunas y si bien el ritmo peca de ser relajado tiene sus detalles que mantienen el interés dentro del relato, sin caer en lo aburrido. Como nota muy personal siento que el clímax quedó un poco en deuda, pero está y cumple su rol.

   De los personajes no puedo decir mucho: quizás mas de Vicente, de quien por el relato vi con gusto un buen perfil, un hombre identificable con virtudes y fallas, y con una vida de más bajos que altos, pero que igual supo sacarme una sonrisa en algunos momentos (su “elocuencia” con Laura es postulable a un Oscar jajajaja); y ya que la menciono, el darle un capítulo propio a Laura para mostrar más de ella, si bien no fue molesto y en cierta forma cumplio su cometido, si me encendió unas luces amarillas al enredarme con el cambio de contexto al inicio, pero no duro mucho asi que no pasa a mayores.

   De Andrés es quien menos tengo que decir, pero me da pie para entrar a un detalle del libro que quizás sea el único gran Pero de la historia. Pues por eso seguramente a mi gusto el pobre Andrés quedó casi como un relleno/puente con el lector: luego de tener su glorioso capitulo, quedó relegado a ser un casi silencioso oyente. Y he ahí el lío, que más que un diálogo, parece un monólogo y peor, no de un abuelo. Va tan fluido y narrativo que me recordó mas a una historia narrada por la autora, en vez de a Vicente “contando” su pasado.
   Creo que ese es el mayor problema, porque no pude sentir al personaje como tal hablando (y el que Andrés escuchara todo sin interrumpir, o incluso recordara donde quedo, pese a su declarada amnesia, no ayuda a verlo mas creíble debo decir)
    ¿Por qué digo que es un problema? Porque casi todo el libro trata de Vicente hablando de su vida, por ende esa no/conexión la sentí por mucho rato. El texto está bien, la historia es entendible y engancha… peeroo choca al imaginar a un abuelito, con sus desvaríos, problemas respiratorios y demases, contar algo de esa forma tan, literaria.

   Con todo, puedo decir como toque final que pese al tema del diálogo la recomiendo, pues si uno olvida en el fondo quién cuenta la historia, te encuentras con un relato ameno, más nostálgico que romántico y con sus toques sufridos en ciertos momentos (vale, que no apoyé las razones de Vicente para alejarse de Laura, pero… supongo que por su carácter y la época tenía sentido). Asi que, en especial si te gusta el romance, aquí tienes una buena opción.

Sin mas, regreso a mi rincón esperando salir luego con más libros
Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.