“Bailemos un segundo, bailemos una eternidad"
¿Qué tal?
Alcancé justo
a encaramarme en el Cisne de Aniel Bifrost, para que me llevara a una especie
de gira mundial con notorias paradas en Nueva York y Rusia, por medio de una
nueva historia.
El Cisne de Hielo es para mi gusto un
relato maduro y con cierto aire poético, que inevitablemente terminó
encantándome con sus elegantes descripciones de ambientes y personas, las cuales me sorprendieron con originales metáforas que
refrescaron mi mente de los clichés que se oyen a diario. Aunque hubo una que
para mi gusto no cumplió su cometido, dejándome con la idea de cierta pereza oculta
en el autor a la hora de describir (decir que la chica iba vestida “para ir a
un casino de Mónaco” es lindo y transmite elegancia... pero al menos agrégame
el color del vestido, que si no hasta lo puedo imaginar arco iris ¿no?)
Ahora para los
curiosos y los que no quieran estar tan perdidos, un mini resumen: La historia
inicia con los ojos de Megan, una
emergente bailarina clásica que tras fallecer su abuela tiene un encuentro con
una antepasada muy vieja en edad, y muy joven en aspecto (¡Premio al que
adivine el porqué!). Este encuentro no es casual, así como tampoco la enseñanza
que Natasha entrega a su descendiente
y a nosotros. No, no la diré, pues sería dar un spoiler tamaño Titanic, pero tal vez más adelante lance
algunos guiños por ahí.
El relato me
atrapó de un inicio haciéndome avanzar con rapidez por las páginas; si bien
llegó un momento en que sentí que perdió su brújula, no alcancé a cuestionar
nada pues apareció un ovalado enigma que devolvió mi atención, y como pez tras
anzuelo seguí la lectura hasta caer en la verdadera trampa. Y es que el
misterio no dura mucho y termina siendo algo evidente, pero en esos momentos no
me importó, ya sólo quería saber lo que pasaría con Natasha y su vida misma, quienes son el verdadero atractivo del
libro y lo que me motivó a no querer soltarlo hasta el final.
De la trama y
personajes, puedo afirmar que la pluma de Aniel
se muestra sutilmente versada en temas culturales e históricos, así como revela
una profunda ansia de reflexión a través de las vivencias de sus personajes;
éstos me parecieron familiares y muy bien perfilados, con claros motores para
actuar como lo hacen, y si agregamos que la mayoría son femeninos y trabajados
por un autor masculino -como sé en carne propia lo que puede costar el perfilar
bien a un personaje del sexo opuesto- (¡y aquí me encuentro con cuatro!) pues,
me saco el sombrero.
Por último y
no menos importante, aplaudo la forma de compartir el protagonismo entre Megan y Natasha: cuando los focos cambiaron de estrella siempre lo sentí
fluido, cómodo, incluso en un momento me encontré viendo la perspectiva de un
tercero como si fuera lo más natural, un curioso vaivén que no rompió la conexión
en toda la historia.
Así que ya
saben, he aquí un libro muy recomendado sobretodo para quienes gusten de
historias románticas/dramáticas con vampiros de la vieja escuela. Sin más bajo
del cisne y me voy a mi rincón, feliz por este nuevo acierto en la escritura
chilena y preguntándome hacia dónde me llevará la siguiente lectura; lo que
nunca me cansaré de recomendar: Leer.
Rosas azules para todos.
S.
K. Seibert.
Notable reseña para un libro que tengo de manos del mismo autor. Muy acertadas tus palabras. Saludos.
ResponderBorrarMichel Deb
Síí, muy buena reseña. Yo mismo no supe explicar mejor algunos detalles.
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