Y descubrimos…
que murió la lógica con el apagón de la
última estrella
“Érase una vez una pequeña
exploradora que llegó a un gran cerro, en cuya punta decían estaba la mayor Olla de Chocolate del mundo. Como le
encantaba la dulce golosina -y vio un delineado camino de tierra-, no tardó en
correr por ahí deseando que la leyenda fuera cierta. Sin embargo no alcanzó a
dar ni diez pasos antes de tropezarse con una roca; muy grande y seguro bien
camuflada, pues al levantarse no entendió cómo con su tamaño no la vio venir.
Sin darle más importancia siguió avanzando, un poco más lento que antes y observando
más el camino, lleno de flores a los lados y pequeños arbustos y ¿una rama? ¡zaz!
Aquella golpeó su cabeza con fuerza y su pelo se atoró con otra.
Confundida al liberarse notó que
eran parte de un árbol... que no había estado ahí antes. ¿O ella no lo vio?
—primero rocas, ahora árboles—
pensó. Seria y dispuesta a no dejarse sorprender continuó a paso firme, viendo
sólo las flores a su alrededor; todas de un dulce aroma, tan relajante que
comenzó a bostezar y por poco se queda dormida. Aunque el hoyo (por el que cayó
unos pasos más adelante) se encargó de despertarla.
Tras salir con esfuerzo de él y
recibir una helada ventisca que la obligó a abrazarse, siguió con porfía su
engañoso camino, ahora preguntándose si la leyenda también sería falsa o no”
Ejem, ejem.
Antes que alguien me pregunte de
cuál fumo, aclaro que el cuento de arriba es una simbólica manera de expresar
cómo me sentí en el movido viaje dentro de la ciudad de Allasneda, descrita por la autora Chilena Sascha Hannig. Y dado que fueron dos historias las contadas (y no una
en dos partes, como pensé en un inicio) las veré por separado, pues las
impresiones fueron muy diferentes:
Comenzamos
con La lógica de la muerte
Este relato me
llevó a la localidad de Puerto Nataliano
junto a Thomas Belger (el prota) un
joven científico que debe resolver la serie de asesinatos inexplicables que
allí pasan: un muerto por día y todos a la misma hora.
La idea base la
encontré buena, coherente y con cierto potencial que pudo mezclarse con el
aspecto mágico de la trama. Lamentablemente, una idea por sí sola no basta para
hacer una historia buena. Y en La lógica
me quedó más que clara la enseñanza.
Con la
ambientación ya percibí los problemas. No leí mucha descripción de los lugares
o las situaciones. Por ejemplo; me muestran una idea general del puerto, pero
no me colocan que Víctor (el sobrino
de Thomas) se encuentra en el cuarto
cuando éste ingresa (menos si acostado, sentado, mirando el techo, qué se yo) y
sólo me entero cuando aquél habla... porque la frase empieza con la palabra
“tío”, no porque luego de la oración se aclare que es él -y no un fantasma como
bien podría pensar-. En el mismo marco, luego Thomas va a la cocina a conversar con la casera... y de pronto Víctor aparece comentando que envió una
carta. ¿No que el chiquillo estaba en el cuarto? ¿Cuándo se movió?
Está bien que el libro tenga su
toque paranormal, pero dudo que estos casos se deban a “invocaciones
espontáneas”.
Los diálogos
tampoco se salvan. Hay guiones mezclados con comillas que muchas veces los
reemplazan; amén de encontrarse pegados entre sí como si todos formaran un
texto narrativo. Digamos que las vi negras para lograr captar quién decía qué
cosa, y si la frase en cuestión era verbal o un pensamiento del personaje. No
miento al decir que tuve que dar una segunda o incluso tercera lectura en más
de una ocasión. La cosa mejora un poco cuando llevas más de la mitad de la
lectura, algo tarde para mi gusto.
Y hablando de
diálogos, no puedo dejar pasar uno en el cual, por primera vez en toda mi vida
de lectora, me encontré con que el prota estaba hablando “con ella”, ¡sin que
en algún momento se aclare quién rayos era ella! (para los incrédulos, pág. 28).
Creo que como lectora y escritora, no peco de estricta al decir que lo mínimo
que espero encontrar en un diálogo, es saber quiénes están hablando.
En los
personajes choqué con una falta de desarrollo tanto física como emocional. Sascha
tiene una tendencia a usar los ojos como medio descriptivo en distintos
aspectos y momentos: “Lo miró con sus
grandes ojos” “cabellera rubia y ojos oscuros” “cabello anaranjado, largo y
ojos verdes” “Sus ojos eran crueles” “desvió la vista por unos segundos” “dijo
mirándolo a los ojos”. Oye, si también la gente tiene narices, bocas,
manos, cejas... etc.
Irónicamente vi
un par de perfiles físicos interesantes en personajes que sólo aparecen una
vez, mientras que los importantes recibieron el archiconocido tripack de “color
de pelo, ojos y altura”. En su momento la autora nos dice que para Thomas “criar a su sobrino fue un
infierno”... ¿por qué? ¿qué pasó para que lo sintiera así? No puedo conectarme
con el personaje si no me explican nada. En lo personal creo que hubiera sido
una buena instancia para conocer tanto al tío como al sobrino (de quien sólo se
dice que tiene unos traumas por la muerte de sus padres y sería).
Y de la raíz me voy al tallo: Tratándose
de una historia que tiene al menos tres momentos críticos, y uno o dos que
podrían sacar algunas lagrimitas... me resulta preocupante el que no haya
sentido casi nada al leerlos. Dios, estuve leyendo como casi torturaban al
prota, y me sentí igual que si hubiera leído que se fue a lavar los dientes.
¿Por qué? Me temo que franca y simplemente estaba más ocupada intentando
visualizar qué ocurría. Sí, volvemos al problemón de las descripciones. Que si
no es escasa, es enredada y al final a lo más da un cosquilleo que indica que
la lectura empieza a atraparte... pero sin lograr ese enganche que uno espera
sentir.
Creo que el
lío principal aquí es que Sascha en
su intento por no mostrar manzanitas y repetirse las ideas (lo que no está mal,
de hecho) se pasa al otro extremo y termina escondiendo el refrigerador
completo, haciendo que muchas veces me quede con la impresión de andar
“deduciendo” que cosas pasaron o quién dijo qué cosa... incluso en situaciones
en que simplemente debería leerlo y no interpretarlo.
Fue triste para mí sentir cómo
una buena idea no sólo “no fue explotada en su totalidad”, sino que además tuvo
una “pobre presentación” que terminó dejándola con menos brillo del que pudo
haber tenido. Un diamante sin pulir.
Tengan aquí mi gran presentación del segundo relato.
La última Estrella de la Vasguardia:
Seré sincera:
luego del pastelazo anterior, comencé esta historia sin muchas expectativas.
Por lo mismo resultó curioso lo que encontré en la primera página: aparece William, un joven antaño alegre, ahora
un arrogante malhumorado que vive en una granja heredada, sólo con sus
sirvientes porque su familia murió por la plaga blanca.
¿Huelen eso? ¿Piensan lo mismo
que yo? ¡He aquí una presentación de personaje como Dios manda! No han pasado
ni dos hojas y ya sé que el prota es un “querubín” con dinero en sus bolsillos
(tiene sirvientes, digo yo) Y si pensamos que en un semestre se le murió hasta
el perro, dejándolo más solo que el dedo gordo... es para amargarse ¿no?
Llevando
cuatro páginas leídas lo confirmé: esta pluma de la escritora tenía sus diferencias con la
anterior. Y diferencias para mejor, lo que fue más intrigante. (Tengo mis
teorías, pero no vienen al caso aquí) Como imaginarán, lo primero que noté fue
que había presentación de personajes, así como descripción de situaciones y
lugares. Ésta sigo hallándolas medias básicas, pero al menos son claras y ya no
hay “personajes invocados” que no se sabe de dónde salieron a escena.
También volvieron los guiones en
gloria y majestad, sin comillas que los usurpen; aunque los diálogos siguen
pegados como chicles (sigue sin gustarme eso) pero admito que es mucho más
entendible la conversación presentada. También me encontré con más diálogos
hechos con el formato tradicional, lo que sumó más puntos a la claridad del
panorama.
Un hecho que
encontré curioso en este relato es la aparición de Thomas Belger como un secundario crucial. No sólo me sorprendió que
en La Estrella se mostrara un perfil
físico de su persona más detallado que en La
Lógica (donde era el prota... ¿WTF? ¡Exijo una explicación!) sino que
además cuando me andaba preguntando cómo se relacionaría William con él, me encuentro con que el carácter de este Thomas es muy diferente al que conocí,
lo que me dejó con la desagradable idea de una alteración de carácter.
Okey, después me aclaran que Thomas es mayor a como era en la otra
historia, pero, además de darse tardíamente la información, nunca me entero de
cuánto tiempo ha pasado (¿un año? ¿cinco? Para el cambio que se muestra yo
mínimo le doy diez) Al final la idea de una evolución de carácter sólo quedó en
eso, una idea.
Y como dice la
frase “lo mejor para el final”, en La
Estrella pasa casi de forma textual. El juego narrativo que ésta pluma de Sascha creó, haciéndome sospechar del
villano, para luego terminar olvidándolo con el desarrollo de la trama hasta
que ya se descubrió todo, dejándome con un vívido factor sorpresa, una emoción
que volví a revivir en las últimas líneas del texto con un remate inesperado, y
un final ¿feliz?
Al menos uno
que logró a mi gusto el impacto buscado, lo que no ocurre con La Lógica. Incluso creo que el fantasma
que se muestra en La Estrella,
resulta ser un contra para el final de La
Lógica.
Redoble
tambores, aquí viene la hora de la verdad: ¿Lo recomiendo o no?
Si fueran libros separados,
recomendaría La última estrella de la
Vasguardia; Que si bien no tiene una narración envidiable, sí posee una
buena idea base, un desarrollo decente de trama y un final que -en mi opinión- causó
buena impresión. Pero, son dos historias en un libro, así que inclino la
balanza hacia un NO.
Pese a todos los puntos a favor que encontré en La última estrella, no llega a tanto para compensar lo malo de La lógica (peor si tenemos en cuenta que éste va primero en la lectura) así que no lo recomiendo para leer. Pero ya saben, si quieren corroborar qué tan “cierta” es mi opinión, puramente llevarme la contraria o, idóneamente formarse su propio juicio, sólo deben encontrar un ejemplar y ponerse a leerlo.
Pese a todos los puntos a favor que encontré en La última estrella, no llega a tanto para compensar lo malo de La lógica (peor si tenemos en cuenta que éste va primero en la lectura) así que no lo recomiendo para leer. Pero ya saben, si quieren corroborar qué tan “cierta” es mi opinión, puramente llevarme la contraria o, idóneamente formarse su propio juicio, sólo deben encontrar un ejemplar y ponerse a leerlo.
Sin más me retiro a mi rincón. Un poco desconcertada por el
reciente libro: Historias tan opuestas de una misma pluma.
Felices lecturas para todos.
S. K. Seibert.
Me interesa mucho leer tu opinión acerca de "Secretos perdidos en Allasneda", que es el tercer volumen de esta saga creada por Hannig. Me han gustado mucho tus reseñas, coincidimos bastante en la visión y apreciación de algunos textos. ¡Sigue así!
ResponderBorrarHola Yotsuba, solo una corrección, es el segundo :) el primer libro es Sombras de Venganza, pero no pertenece a esa serie.
Borrar¡Igual me gustaría ver la reseña! ojala con mi nombre bien escrito por favor :(!
Gracias por la reseña, coincido en muchos puntos, otros quizá no tanto (jajaja)
Un abrazo
Oh, ¡lo siento! En aquél entonces pensaba que los tres libros eran de la misma serie, más tarde me percaté de que estaba equivocada. Aún así gracias por rectificarme, así los curiosos que miran este blog no se confunden.
BorrarYo sólo he leído el segundo volumen, por eso me interesa saber qué opina S.K. Seibert de él pues no vi los errores que se mencionan en "Misterios".
¡Saludos!