martes, 29 de mayo de 2018

Elige tu propia aventura

¡Quiero la puerta C!


¡Hola amigos!

    Vale, vale, de nuevo me he atrasado montones: mis más sinceras disculpas, y para no latearlos sólo diré que a mi conocido lío de organización se sumó un corte de internet que me jodió más la cosa. En fin, mejor será que saque las reseñas que tengo bajo la manga, y así compensar la espera.
    Como había prometido, esta vez me agarré un libro más chico... Bueno, un par más bien. Y es que quiso las casualidades de la vida y una visita a la biblioteca, que me topara con dos tomos de una colección bien interesante.

    ¿A quién no le ha pasado al leer un libro, que de pronto dan ganas de zamarrear al personaje o al autor y decir: “¡Qué imbécil! ¡Yo no habría hecho eso!”?... Pues, aquí les traigo una colección especialmente dedicada a esos lectores que desean formar parte, digamos literal, de la historia.

    El título de la colección “Elige tu propia Aventura”, ya da un guiño feroz al respecto; la historia parte como cualquier libro clásico, pero en cierto punto te presentan opciones y tú, lector, debes decidir qué camino tomar, e ir a la página indicada para ver si le achuntaste o de plano mataste al protagonista. Tal como oyes, el formato típico se va al diablo y puedes tener once o más finales por averiguar según la historia que produzcas con tus decisiones.

    Por lo que averigüé, son muchos, muchos tomos de la colección con diferentes autores, y en mi caso elegí “Parque endiablado” de Sara y Spencer Compton, y “Terror en el Titanic”, de Jim Wallace; simplemente porque me tincaron para probar esta nueva lectura. Reconozco que con el del Titanic creí que sería más fácil y predecible, pero me llevé un chascarro en un muy buen sentido.

    En general ambos libros están bien, sus narraciones son fluidas y con mini tramas que abren más opciones a las evidentes. Contra lo que muchos -incluyéndome- podrían pensar, no me resultaron libros facilones, de esos que es obvio el camino a elegir. Si bien a veces sentí simple el argumento, la narración da el toque justo para dejarte en vilo con las opciones y, valga decir, no siempre te encuentras con lo que creías. De los finales hay de todo: desde el súper mega fabuloso final, donde salvas el día, eres millonario y blablá, como también una que otra muerte creativa y algunos finales más normalitos.

    Ahora, por separado hay pequeños detalles que marcan diferencia de autor. Personalmente me gustó más el del Titanic, como dije, tras el chascarro me sorprendió con sus rutas -amén que tiene más originalidad, para no irme mucho de lengua- y hay que decirlo, me engañó más con las opciones, jurando que la hacía de oro y en realidad estaba mandando al protagonista derechito a su tumba.
Con Parque Endiablado, a modo muy personal lo sentí más corto y rápido, y quizás el único pero lo tengo acá, porque tuvo una “ruta idiota” y predecible. Poco menos como si el protagonista fuera brincando a lo Pepe le Pew directo a un precipicio, y hasta comentando cuantos huesos se rompería. Un desperdicio que bien trabajado pudo ser incluso más rutas con sorpresas.

   En suma, fueron un descubrimiento entretenido y recomendable para leer y tentar a la suerte, a ver que tan pillos son a la hora de imaginar resultados. ¿Alguien toma el desafío?
Por mi parte, apenas pueda leeré los demás; “el secreto de los delfines” es un título que me tinca mucho jajajaja; eso sí, a menos que pille uno muy destacable dudo que lo reseñe, ya que la fórmula en general es la misma con todos.
    Sin más vuelvo a mi rincón para traerles más novedades literarias... y que Dios me libre de algunos pastelazos; y si no, ya me desquitaré por acá jajaja.
¡Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.

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