sábado, 2 de junio de 2018

Sanctum

Cadunt liberi

¡Hola camaradas!

    ¿Qué puedo decir? Sé que es uno gordo, pero tenía pendiente traerles la continuación de Asylum, y aquí me tienen, con el segundo libro de la saga de la estadounidense Madeleine Roux, del cual sólo adelantaré que... así como yo me aguanté la lectura, ustedes tendrán que aguantarme ahora.

    En Sanctum, la historia nos reencuentra con Dan, Abby y Jordan que intentan olvidar lo ocurrido en Brookline. Sin embargo, alguien desconocido les envía unas fotos inquietantes de una vieja feria, que sumado a una lista de coordenadas de casas cercanas al antiguo hospital, los convencen de volver a New Hampshire para aclarar el asunto. Sin embargo al llegar, descubren que después de años sin hacerlo, se ha vuelto a celebrar una feria en el campus, justo para Hallowen. Y esta “coincidencia” será sólo el principio.

    Bueno, al ser una continuación de otro libro, no puedo evitar hacer algunas comparaciones. Y como ya habrán supuesto, esta vez me fue más mal que bien. Pero seré linda y empezaré con lo bueno. En primer lugar, la portada y el diseño del libro están de lujo; sé que no es algo de lo que suelo hablar pero ahora lo destaco, porque de lleno me encantó cuando lo vi y confieso que fue un gran incentivo para empezar a leer. Ahora, del libro en sí, me iré al único punto rescatable, contra todo pronóstico para quienes hallan leído mi opinión de Asylum: Los personajes.

   Okey, sé que había quedado con la idea que estaban pésimamente trabajados en sus relaciones, declarando una amistad que, por más que tomé agua nunca me la tragué. Pero en Sanctum, como si la autora hubiera oído mis plegarias, me encontré con varias sorpresas: empezando con la reivindicación del trío protagónico, que ahora sí actúan como amigos y bien natural que les sale debo admitirlo. Por otro lado, Dan y Jordan también sumaron puntos por separado: el primero, al demostrar que confiaba en los otros dos contándoles sus cosas, y el segundo superó su crisis de identidad y obtuvo al fin una personalidad fija que me sacó más de una sonrisa con su humor irónico.
Y... hasta aquí lo bueno, sería todo amigos.

    La trama fue floja. O sea, hay un tema heavy detrás del misterio del que se puede sacar mucho jugo del bueno, y ojalá la autora lo haga en los siguientes libros; también se entiende que los chicos mueven cielo, mar y tierra por resolver el enigma -y meterse en las patas de los caballos, de paso- pero aquí fue todo ¿Cómo decirlo? Coincidentemente lineal. Ejemplo: iban a tal lugar, a ver si encontraban x cosa, buscaban y ¡voilá! Ahí estaba. Me recordó un poco a estos juegos de caza del tesoro, con más vueltas de las necesarias, una obvia tensión, de esa que sabes no pasará nada, poca acción y del clímax... fue más rápido que intenso, y más abrupto que esclarecedor. Curiosamente y haciendo una última comparación con la primera parte, acá se invierte la cosa: lo que salvó al libro de que lo detestara fueron los personajes en vez de la trama... esta última fue muy ambigua y el final me dejó con más dudas que respuestas, al punto que si estuviera en la piel de Dan, sentiría que hice todo un show para nada.

    La narrativa... ufas, vale, vale, pudo ser peor, no fue tan mala pero... bueno, empecemos conque fue fluida en general, tuvo buenas descripciones de los lugares y el enganche a veces agarró y otras soltó... diré que estuvo aceptable este último. Pero en las descripciones, ay, tengo algunas frases para el bronce, a ver si les dice algo del problema:

“Se apresuró a tratar de encontrar su celular sobre la mesita de noche. En el proceso, tumbó un frasco de un antihistamínico que había dejado abierto después de tomar una pastilla para dormir”

“El hipnotizador le mostró nuevamente las encías al sonreír. Luego buscó en su abrigo y sacó una vieja cigarrera y un paquete de fósforos. Se puso un cigarro entre los labios y chasqueó los dedos para encender un fósforo”
(No pude aguantarme al leer este último, que le hice una continuación: “después de la primera bocanada, sacó el cigarro de sus labios y una voluta de humo salió de éstos al hablar”....)

   ¿Se entiende? Tanto detalle sólo es bueno si la cuestión será relevante. Lo que claramente no pasa, ni aquí ni en varios otros momentos donde, bueno, me pregunté si el libro era juvenil o infantil nivel obvio. Así que, me temo que la querida narración y mi ánimo para leer no salieron tan bien parados.

   Supongo que ya varios asumen que no lo recomendaré luego de todo esto. A todos ellos, ciertamente les daré la razón, pero haré una pequeña cláusula: a quienes ya leyeron Asylum, y quedaron con ganas o frustrados por la situación de los personajes, les diré que vale la pena pasar por este trago y ver una buena amistad del trío. Pero si no, no pierdan el tiempo. Simple.

    Antes de volver a mi rincón, advierto desde ya que no he tenido suerte pillando libros interesantes y flacos, así que... seré lo más rápida posible en leer para no tardar con las siguientes reseñas.
Ahora sí, regreso por donde vine y espero volver con un mejor libro... de verdad.
¡Feliz lectura para todos!
S.K. Seibert.


PD: ¡Y le achunté con la profe Reyes! ¡Já!

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