sábado, 6 de enero de 2018

Otoño en Abril

Mejor a este veranito


¡Hola amigos! Tantas lunas, soles y meteoritos…

    ¿A quién no le tocó alguna vez oír a su abuelo (o abuela) contar anécdotas de su vida? A mi, muchas veces, y varias más repetidas; por lo mismo me dio una buena -y nostálgica - espina la novela que les traigo ahora: Otoño en Abril, de la chilena Isabella Castellón (¡mil gracias por tu regalo!) con la editorial Forja.
    ¿Que tiene que ver con los abuelos? Pues que justamente trata sobre ellos; dos siendo exactos: Vicente y Andrés, quienes ubicados en una casa de reposo, intercambian y reflexionan de sus experiencias vividas. Especialmente Vicente, cuya vida viene a ser el eje del relato.

    Personalmente este libro me dio sentimientos encontrados. Es una historia “no ficción” con mucho tinte romántico que me recordó al sufrido de la antigua (valga la edad de sus personajes). Destaco el que la autora haya puesto énfasis en esos detalles de la vida, que hacen más creíble la situación de los abuelos, como la pequeña radio a pilas de Vicente “con la que oía la musica de su época”, o su antigua caja de galletas de azucar. Asi como problemas de salud en ambos que, sumado al dolor por la soledad en esa última etapa de sus vidas, además de realista, me dejó un nudo en la garganta.

    Como dato extra diré que fue refrescante cambiar el tipo de lectura, y el tener el enfoque de un protagonista longevo fue un plus para mi, pues no recuerdo haber leído otro libro así. Ademas, está bien escrito, no hay lagunas y si bien el ritmo peca de ser relajado tiene sus detalles que mantienen el interés dentro del relato, sin caer en lo aburrido. Como nota muy personal siento que el clímax quedó un poco en deuda, pero está y cumple su rol.

   De los personajes no puedo decir mucho: quizás mas de Vicente, de quien por el relato vi con gusto un buen perfil, un hombre identificable con virtudes y fallas, y con una vida de más bajos que altos, pero que igual supo sacarme una sonrisa en algunos momentos (su “elocuencia” con Laura es postulable a un Oscar jajajaja); y ya que la menciono, el darle un capítulo propio a Laura para mostrar más de ella, si bien no fue molesto y en cierta forma cumplio su cometido, si me encendió unas luces amarillas al enredarme con el cambio de contexto al inicio, pero no duro mucho asi que no pasa a mayores.

   De Andrés es quien menos tengo que decir, pero me da pie para entrar a un detalle del libro que quizás sea el único gran Pero de la historia. Pues por eso seguramente a mi gusto el pobre Andrés quedó casi como un relleno/puente con el lector: luego de tener su glorioso capitulo, quedó relegado a ser un casi silencioso oyente. Y he ahí el lío, que más que un diálogo, parece un monólogo y peor, no de un abuelo. Va tan fluido y narrativo que me recordó mas a una historia narrada por la autora, en vez de a Vicente “contando” su pasado.
   Creo que ese es el mayor problema, porque no pude sentir al personaje como tal hablando (y el que Andrés escuchara todo sin interrumpir, o incluso recordara donde quedo, pese a su declarada amnesia, no ayuda a verlo mas creíble debo decir)
    ¿Por qué digo que es un problema? Porque casi todo el libro trata de Vicente hablando de su vida, por ende esa no/conexión la sentí por mucho rato. El texto está bien, la historia es entendible y engancha… peeroo choca al imaginar a un abuelito, con sus desvaríos, problemas respiratorios y demases, contar algo de esa forma tan, literaria.

   Con todo, puedo decir como toque final que pese al tema del diálogo la recomiendo, pues si uno olvida en el fondo quién cuenta la historia, te encuentras con un relato ameno, más nostálgico que romántico y con sus toques sufridos en ciertos momentos (vale, que no apoyé las razones de Vicente para alejarse de Laura, pero… supongo que por su carácter y la época tenía sentido). Asi que, en especial si te gusta el romance, aquí tienes una buena opción.

Sin mas, regreso a mi rincón esperando salir luego con más libros
Felices lecturas para todos!
S. K. Seibert.

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