“La Vengativa
Venganza”
Estimadísimos:
Sentada frente a
una puesta de sol, comienzo a vislumbrar por qué la vida me ha presentado
ciertos libros, los que cual fuego sobre hierro, forjaron mi cabecita para un
momento como éste. Días atrás ahí estaba, tranquilita en mi rincón hasta que
llegó mi amigo con su novedad: Te reto a que lo leas –dijo y acepté el desafío,
aunque al ver su sonrisa marca “gato de Cheshire” debí echarme para
atrás.
Pero no,
ignoré las señales y ya a solas miré el ejemplar: “Su nombre era Dakiu”
del autor chileno Jaime Medina; sin más ceremonia comencé a leer. Al ir
en la décima página ya pensaba en mandarle un virus a mi querido amigo. Me
explico en detalle:
La novela
nos muestra a Katrina, una joven que tras morir “revive” como Inmortal
(suena raro, lo sé, lo sé), encuentra un maestro que le enseña la existencia
del Mundo De Oscuridad, una realidad paralela a la nuestra (Mundo De
Luz) en la que existen aquellos seres que, para nosotros, son mitos o
fantasía. Y como el MDO no puede estar libre de problemas, mientras la
prota se acostumbra a los hechos, un antiguo villano surge para liar la cosa,
entre muchos otros eventos y peleas... dejo hasta aquí el soplo
correspondiente, para no dar spoilers.
Que sí, fue un soplo; a la hora que lo hago de
verdad, no hay blog que resista.
Ya lo
decía el sabio Murphy: Todo lo que empieza mal, acaba peor.
Con una narrativa en primera persona, la historia
parte más rápido que pistoletazo de carreras. En dos páginas Medina nos
muestra una pincelada de la familia, el último viaje que Katrina hace
con sus amigos y cómo tras un choque, mueren todos menos ella (de quien me vine
enterando su nombre al menos diez páginas más adelante -antes sólo se deduce el
sexo por un par de frases como “me quedé dormida”-)
Comprenderán
que mucha empatía por su desgracia no sentí, si no sabía nada de ella ¿qué me
iba a importar lo que le pasara?
Igual con la
llegada de su mentor le dura bastante poco el trauma y la velocidad de la
lectura también se refrena... algo. Eso fue bueno para mi gusto; lo que no
puedo decir de la introducción al
MDO ya que teniendo la
oportunidad de
mostrarnos el universo enterito, con personajes que prácticamente lo recorren
de pé a pá,
Medina se limita con frases como “fuimos por el
desierto/montaña/bosque” o “la ciudad tenía calles/gente” o “era como
cualquiera del
MDL”
¡Oye! Que el
chiste de mostrar un universo nuevo es... ¡Mostrarlo! Hasta con el viejo
universo hay que decir algo más allá de “era como cualquier ciudad de Italia”
–Ni que los países clonaran sus ciudades –Definitivamente hubiera quedado mucho
mejor si al presentar el mundo el autor hubiera puesto la mitad del énfasis que
puso en las mil y una peleas que nos presenta
Otro tema son los
focos: Apoyo totalmente que se quiera mostrar otra visión además de la
protagónica; y encuentro buena idea hacerlo al comenzar un capítulo nuevo; más
si cada uno tiene sus buenas veinte hojas (echaba de menos los capítulos
largos, adoc con una novela) Pero, si me cambian de Fulanito a Menganito y en
todo el nuevo capítulo, a Mengano le pasan un turrón de leseras, para cuando
vuelvo a saber de Fulanito no recuerdo en qué miéchicas quedó. Y no, como
sospecharán no tuve ningún resumen camuflado para reintroducirme... obligada a
retroceder en las páginas, hasta hallar la última pista de Fulanito. Ni
hablemos del capítulo final, donde ahí el cambio de luces ocurre prácticamente
por párrafo, como si los personajes jugaran al “tú la llevas”, con pequeños
guiños que te advierten del hecho, con una destreza que te permite llegar a la
mitad de escena sin saber de quién se trata. Vale que no quieras casarte con la
protagonista, pero... ninguna, y es en serio, ninguna historia va a aguantar
que tengan el mismo peso seis o siete compadres por episodio. Quizás el
truquito final hubiese sido una buena jugada con sólo tres de los personajes. Aunque
en esta historia ese número hubiese sido imposible ¿Por qué? Pues... mejor
hablemos de los personajes en sí.
Como el
mundo solito podía ser muy aburrido, necesita de habitantes para sacudirlo, y
vaya que este autor terremoteó al suyo con una verdadera piñata de razas “con
profesiones” tales como humanos, inmortales, hombres lobos, vampiros,
inquisidores, ángeles, magos, cazadores, nigromantes, hadas, demonios, vivos,
no vivos, muertos, resucitados, Dioses, guardianes, zombies... en fin, sólo
faltó que apareciera cantando el muñeco de Frozen.
¿Cuál es el
problema? Los más avispados seguro ya lo ven: muchos títeres para un solo
titiritero (ni hablemos del –cuasi inexistente- escenario).
Sinceramente, creo que el autor de esta obra entendió mal la conocida frase y
aplicó: cantidad es mejor que calidad.
Por ejemplo
el aspecto físico ni da para el tripack: sólo describe las ropas y armas que
llevan. Y aunque en los perfiles vi la esperanza de un buen desarrollo, se
mostró tan poco... hasta me fue frustrante encontrar momentos valiosos como “el
entrenamiento de espadas” entre Katrina y Dakiu, donde podría haberse visto
cómo crecía su relación... y el único jugo sacado fue:
“Sí... fueron clases realmente
difíciles, pero valieron la pena. En fin seguiré contando mi historia.
Adelantémonos una semana más o menos, ya que en esos días no pasó nada
interesante, sólo clases del uso de espada”
Y ya está. Obviemos si le costó o no,
si en algún momento peleó con su mentor por la presión, o hablaron de algo
personal que los acercara...naah, lo importante es que ya esté lista para salir
a pelear y volverse más fuerte -Y claro, de eso sí mostremos el número de
patadas, tipo de armas, nombres de ataques-...ya entienden.
He aquí otro
punto: la chica pelea y gana, asesina por primera vez... ¿y pregunta si podrá
vender la ropa del cadáver? ¿No siente culpa, susto, inquietud o sorpresa?
¡Dios, por último que tenga satisfacción y un obvio sadismo por lo que hizo!
Nada... a mi gusto, padece cierta esquizofrenia, que a veces la hace ser humana
y otras (la mayoría) la deja como máquina asesina. ¿Nada más? Nones. Difícil
que haya algo, si su gran sentir y única motivación a lo largo de la historia,
es la venganza: Katrina venga a quienes debe vengar, a quienes quiere vengar y
a quienes no pidieron ser vengados; ella les hace el favor igual. Un tópico que
curiosamente se repite en casi todos los demás personajes –y los que no quieren
hacerlo, tienen quien les guarde rencor-.
Resulta igual de curioso que, habiendo tanto ser
de distinta raza y cultura, no usen otro término aparte de “¡Maldición!” y muestren
el mismo entusiasmo y labia –cuales clones programados– para contar “su
historia” (ésa que pasó mientras uno leía sobre otro personaje)
Con todo lo anterior la
trama tampoco sale bien parada; si bien no hay lagunas su línea se va perdiendo
en el bosque de peleas; así como temas con un potencial reservado (grimoriums,
ragnarok, la pelea divina, por nombrar algunos) terminan poco pulidos o como
accesorios.
Me temo que esto pasa porque hay un despilfarro
de situaciones, enfoques y personajes que Jaime intenta encajar en un
solo arco, así como una sobredosis de historias paralelas. Al punto que si me
preguntaran cuál fue el camino que trazó la protagonista para terminar donde
llegó... confieso que varias partes no las recuerdo. Porque gracias a lo recién
dicho uno olvida hacia dónde van los personajes o su fin inicial, sin mencionar
la suma de incoherencias, por ejemplo: Katrina declarando a su enemigo que no
le perdonará el “haber puesto en su contra” a su hermano... y al ratito en el
mismo párrafo admite haber olvidado que el chico estaba ahí en plena batalla. Tanto
así que no me da para ordenar la cantidad de cosas que podría decirles sobre el
libro.
En suma, un libro que
para mi gusto pudo haberse dividido en dos y tal vez, podría haber tenido más
apreciación. Con todo y como siempre recomiendo, si alguien desea formarse su propia opinión (o debatirme de una) adelante, ármense de un ejemplar y lean, que no muerden.
“Y así, tras terminar su relajante té de hierbas,
con el último rayo de sol desapareciendo en el horizonte, la joven se fue con
pasos calmados a su rincón, sintiendo que había superado otra gran prueba
literaria y sabiendo que, la escalera iría cuesta arriba…..”
¡Feliz lectura para todos! ¡Que nos les pase nada!
S. K. Seibert.
¡Un momento! Si la cosa con estos “libros especiales” irá empeorando con
cada ejemplar... ¿cómo serán los que me tope después? De pronto, hace mucho
frío por aquí...